Esa
mañana hacia mucho frió. La lluvia torrencial que había caído la
noche anterior, dejo todo el pueblo con un aroma a frescura fuera de
lo común.
Lentamente
abrió los ojos. Aun se sentía cansado, pero de todas formas Bastián
se levantó de la cama. Somnoliento se sentó en el borde y observó
todo el desorden que había allí. Un ordenador prendido, que seguía
procesando, libros sobre la mesa de estudio, café frío que había
quedado de la noche, ropa tirada por doquier. Había estudiado toda
la noche, hasta que el sueño se apodero de él, y ni siquiera la
cafeína que corría por sus venas, había podido mantenerlo de pie.
Muy
desganado, tomo coraje y se levanto. Busco sus anteojos, en la mesa
junto a la cama, y se los acomodo sobre la nariz. Busco por allí su
inhalador, pero no lo encontró. Preocupado reviso entre sus sabanas,
luego en su escritorio, pero sin suerte. Rascándose la cabeza, miro
al suelo en todas direcciones, hasta que lo encontró debajo de unos
sucios y hediondos calcetines. Colocándolo en su boca aspiró
profundamente, logrando despejar sus vías nasales, y así poder
respirar un poco mejor. Con un andar menos congestionado, se dirigió
al baño para asearse, no sin antes golpearse con el marco de la
puerta de su habitación. Recorrió el pasillo hasta llegar al cuarto
de baño. Sin ningún pensamiento en su cabeza, abrió con cierta
violencia la puerta y se asomó. En ese momento un escalofrío
recorrió su espalda, sintiendo como se erizaban cada uno de los
pelos de su cuerpo, a causa de un fuerte y agudo gritito.
– ¡¡¡Aaaaahhh!!!
¡Bastián! Por que no golpeas antes de entrar al baño ¿Que no ves
que me estoy bañando?-
– Discúlpame
Celeste, es que yo… estoy aun algo dormido...- dijo mirando
rápidamente el suelo. Sus ojos giraban emocionados y aturdidos en
sus cuencas, queriendo observar ese momento, pero su timidez se lo
impedía.-…estem ya, ya me… me voy… perdón.-
Bastián
se retira del baño lentamente, y aunque su mente le decía que no
mire, pausadamente levanto su mirada. Saboreo cada segundo que
pasaba, como si fueran minutos. Sintió como el torrente sanguíneo
empezó a congestionarse, el corazón empezó a bombear cada vez mas
sangre y la excitación inevitablemente se hizo presente. El cuerpo
de Celeste, completamente mojado se podía ver detrás de la mampara
transparente. Cubierto por la espuma, ella lo recorría con sus manos
disfrutando el jabón, el agua caliente y el vapor que se acumulaba
en todo el baño. La respiración de Bastián se hizo mas pesada, y
cuando se dio cuenta que había comenzado a tocarse, salio del lugar
avergonzado.
Minutos
más tarde, se encontraba sentado a la mesa de la cocina, desayunando
muy concentrado en un libro de ciencias. Las letras chicas, y la poca
luz del lugar, hicieron arder sus ojos obligándolo a quitarse los
lentes, y suspender momentáneamente la lectura. En ese momento
levantó la mirada, y vio a Celeste sentada enfrente de él, al otro
lado de la mesa. Lo miraba intensamente a los ojos, daba la sensación
que lo había estado observando por un largo rato. Bastián se sonríe
nervioso y le dice:
-
¿Todavía estas molesta conmigo? ¿Por lo del baño? - Ella se
sonrió y dijo.
-
No, claro que no, pero por favor, la próxima golpea la puerta antes
de entrar.-
-
Es que, como hace días que tu no estas, yo no me imagine que hoy
ibas a estar… bañándote en este baño.-
-
Mi intención es quedarme siempre, pero sabes que no puedo… dime
Bastián, ¿Vas al trabajo hoy?-
-
Si… - dice sonriendo.-… ¡Como siempre!, las cuentas no se paga
solas… Oye Celeste, puedo saber, ¿Donde estuviste estos días?, me
tenias preocupado, desapareces, no tienes celular, no se como
ubicarte, yo se que no me incumbe, pero podrías avisarme cuando te
iras por varios días.-
-
Mm, ¡Eso son celos!, si tu sabes que soy prisionera de tu corazón.-
Ella le guiña el ojo, y le arroja un beso.
-
¡Ja! ¿Prisionera de amor?, pero si ni siquiera me dejas que te
acaricie el cabello.-
-
Me estoy reservando para nuestra noche de bodas je, je...- Celeste
con una mirada y unos movimientos sensuales se pone de pié, se da la
vuelta y se va hacia la habitación diciendo.-... Nos vemos luego…
Que la pases bien.-
Él
la observa irse mordiéndose los labios. Toma un pedazo de pan,
recoge sus libros guardándolos dentro de la mochila, y sale de la
casa por la puerta trasera. Bastián montado su bicicleta, se
encontraba contento y eufórico, porque Celeste había vuelto a casa.
Esta vez, esperaba que fuese por más tiempo. Pedaleando a toda
velocidad, se alejo de su barrio con destino a la escuela.
La
escuela quedaba a unos diecisiete kilómetros de su casa. Ir a
estudiar, era solo un trámite, sus conocimientos y la facilidad para
memorizar cualquier texto, le permitían ser el mejor estudiante,
cosa por la cual no alardeaba, ya que su timidez, no se lo permitía.
Al finalizar la jornada estudiantil, y después del almuerzo,
colaboraba todos los días en la biblioteca pública, donde le
conocían desde siempre por ser adicto a los libros. Allí también
dictaba clases de apoyo a quienes lo necesitaban. Al salir de la
biblioteca, en el centro lo esperaba su trabajo, en la única
librería de textos del pueblo. Entraba a las 15:30 hasta las 20:30
horas.
Eran
como las 16:45 horas. Bastián se encontraba acomodando unos libros,
completamente perdido en su mundo, cuando una señora se acerca y le
dice:
-
Buenas tardes Bastián, ¿Cómo estas?...- sobresaltado por la
interrupción, dejo caer al suelo un par de libros.-… ¡Uy! Bastián
¿Te sorprendí?, no me di cuenta, discúlpame.-
-
Eh no, no se preocupe, deje nomás, yo los levanto… Señora Berdú,
sepa disculparme, pero su libro aun no ha llegado esta semana.- dijo
mientras acomodaba sus anteojos, que habían quedado torcidos.
-
A que caray… lleva dos semana retrasado.-
-
Si, lo sé… lo siento.-
-
¡Oh! Bastián, no te pongas así, no te estoy reprochando nada, solo
que ya espero con ansias saber que va a suceder con Luciano, en la
novela.-
-
Si, entiendo a que se refiere… pero no se preocupe, en cuanto
llegue, yo se lo llevo a su casa.-
-
Bueno, te lo agradeceré mucho… hasta pronto.-
-
Adiós señora Berdú.-
La
noche había llegado mas pronto de lo que parecía. Las estrellas, a
través de los nubarrones que se acercaban, brillaban en lo alto de
la espesa negrura del cielo. El centro del pueblo, donde los
comercios se agrupaban, lentamente comenzaba a dormirse. Las
vidrieras, y los carteles de neón se habían encendido iluminando
todo en la avenida principal, la única avenida principal.
-
¿Bastián?... ¿Que vas a hacer? ¿Te quedas?, ya es hora de irse,
estoy cansada.- La dueña de la librería, solía permitirle a
Bastián quedarse hasta mucho mas tarde dentro del local, debido a
que le tenía mucha confianza.
-
Señora Mailing, prometo no demorarme mucho mas, solo terminare de
acomodar esta última caja en la estantería de adelante, y me voy.-
dijo sin mirarla, algo tímido. Quiso preguntarle algo, pero no se
animo.
-
Mm de acuerdo… - y sonriendo dijo.- y si quieres leer el libro
nuevo, ese que estuviste mirando con detenimiento durante gran parte
de la tarde… puedes hacerlo, solo que como siempre te digo, cuida
bien las hojas.-
-
¡¡¡Gracias señora Mailing!!!... le agradezco mucho, y no se
preocupe cerrare bien la puerta de servicio, como siempre lo hago.-
-
No te quedes hasta muy tarde, que aunque sea viernes y no tengas
escuela, quizás necesite que vengas mañana a trabajar, ¿De
acuerdo?… Hasta mañana Bastián.-
-
Hasta mañana, señora Mailing.- Dijo con una sonrisa amplia en su
rostro.
La
señora Mailing era una mujer mayor. Dueña de la librería, era una
de las mujeres fundadoras del pueblo. Conocía a los padres de
Bastián, desde que eran jóvenes. Estuvo presente en el casamiento
de los ellos. Y también, había ayudado a nacer al muchacho hace 24
años, ya que Bastián había nacido en el cuarto de sus padres. La
señora Mailing, lamento mucho la muerte de ellos, en aquel accidente
automovilístico, y cuando el muchacho quedo solo, le brindo todo su
apoyo cuidándolo como podía. Para Bastián era su segunda madre.
Entusiasmado
por querer hacerse del libro lo más pronto posible, se apresuro a
acomodar todos los ejemplares en la estantería, que daba junto a la
vidriera principal. Sus delgados brazos, no tenían la fuerza para
cargar la enorme caja que contenía los libros, por lo que tuvo que
ir y volver, desde el depósito al frente del negocio varias veces,
pero no le importaba. Le gustaba ese lugar y lo conocía como la
palma de su mano. Envuelto en el trabajo que hacia, se había alejado
del mundo completamente. Sin embargo, un escalofrío recorrió todo
su cuerpo, y su corazón se aceleró vertiginosamente. Sus rodillas
se doblaron por el susto, cuando escucho fuertes golpes que provenían
de la vidriera. Como le había pasado antes, varios libros cayeron de
sus manos, y solo al ver esa hermosa cara sonriente, que lo miraba
desde afuera, se tranquilizo respirando profundamente.
-
¡¡¡Celeste!!!... casi me matas del susto.- Le dijo a la joven, que
no había entendido nada desde afuera, y solo reía feliz al verlo en
ese estado. Al darse cuenta, que no comprendía lo que le estaba
diciendo, le señalo con la mano que diera la vuelta al edificio,
para que entrara por la puerta de servicio.
-
¿Te asuste?- dijo ella sonriente, sentándose en el suelo, junto al
mostrador de la recepción.
-
Tu sabes que si, no me gusta que hagas eso, y siempre lo haces.-
-
Esta bien no te enojes… solo tenia ganas de verte, y vine a
buscarte… ven aquí, siéntate conmigo… - dijo ella señalando el
suelo junto a ella.-… ¿Que haces Bastián? ¿Porque no vienes a
casa?-
-
Sucede que llego un nuevo libro, y la señora Mailing me dejo leerlo…
terminaba de acomodar eso, e iba para casa.-
-
¡Al final! No te gusta que me desaparezca, pero prefieres un libro a
estar conmigo.-
-
No digas eso… tú sabes, tu sabes, que es lo que mas anhelo en todo
el día… es… es poder llegar a casa y… verte.-
-
Eres muy tierno, y eso me gusta.-
Sentado
junto a ella, las manos de Bastián habían comenzado a sudar. Se
sentía feliz, por la situación en que se encontraba. En ese
momento, estaba solo con ella y nadie más sabía que se encontraban
ahí, nadie lo interrumpiría. Tenía todos los sentidos despiertos,
y su corazón, bombeaba sangre aceleradamente. Disimuladamente, con
sus manos, cubrió su entrepierna, para disimular su excitación. El
dulce perfume de Celeste, lo llevaba a un trance que solo él
comprendía. La belleza de esa muchacha, era cautivante. Su cuerpo
sensual, sus ojos celestes, su piel blanca y sus cabellos dorados,
como los rayos del sol, dejaban a Bastián volando por las nubes del
paraíso.
Celeste
lo miro fijamente a los ojos. Luego a sus labios, y nuevamente a sus
ojos. Muy suavemente se acercó. Ella notaba el nerviosismo de
Bastián, notaba como su respiración se había acelerado, pero no se
detuvo, quería sentir el calor y el sabor de sus besos. Ella cerró
sus ojos, pero él no. Anhelaba ese momento, y no quería despegar
sus ojos de ella. No quería que se vaya, ni que se escape. En el
preciso momento, en que sus labios iban a tocarse, de la oscuridad de
la noche, el chillido espeluznante de unos neumáticos derrapar en el
asfalto, se escucharon fuertemente, en todo el centro del pueblo. Un
automóvil negro emergió de la oscuridad, acelerando violentamente,
para doblar en la esquina frente a la librería. El rugido del motor,
se confundía con extraños silbidos, que junto al fogueo, que salía
de ambas ventanillas, hacia comprender que se trataban de disparos.
Esos disparos iluminaban las calles, y comercios del centro,
perforando vidrios y saltando esquirlas de concreto, por todos lados.
En la librería, se escuchó violentamente más de una bala,
atravesar la vidriera. Afortunadamente, ninguna logro hacer estallar
el blíndex, y ante tan inesperada situación de violencia, muy
asustados los dos jóvenes, con los pelos del cuerpo completamente
erizados, gatearon apresuradamente para ocultarse en las sombras de
las estanterías.
-
¿Que fue eso?- pregunto ella, muy asustada.
-
No tengo idea… pareciese que fue un auto.- en ese momento, se
comenzó a escuchar la sirena de una patrulla policial, que momentos
después, giró por la misma esquina, siguiendo raudamente al auto
negro.
-
Algo esta pasando ahí afuera… tengo miedo Bastián.-
-
No te preocupes, todo va a estar bien… voy a asomarme a la
vidriera.-
-
No, no… detente, no me dejes sola.-
-
Tranquila.- Bastián pretendía hacerse el valiente, pero eso distaba
mucho de ser cierto. La presencia de ella, era lo único que le daba
valor, para hacer ciertas cosas.
Agazapado
se acerco a la vidriera, y apoyando su rostro en el frío cristal,
observo en todas direcciones. La calle estaba en silencio. Las luces
del alumbrado público, y los carretes publicitarios,
inquietantemente producían un fastidioso zumbido a estática. No
había señales, ni del auto negro, ni de la patrulla. Temeroso se
puso de pie, y por señas llamo a Celeste. Ella fue con él, y
angustiada, se acurruco bajo su brazo. Bastián se sorprendió por
aquello, ella nunca había permitido que le tocara, pero sin embargo
ahora no le importó, y al mismo tiempo eso le dio más valor,
haciendo que su pecho se hinchara de satisfacción.
-
Vamos, volvamos a casa…- dijo él, de manera protectora.
-
Nunca me había asustado tanto en mi vida… me tiemblan las
rodillas.-
-
Tranquilízate, todo esta bien, solo fue un auto que huía del
sheriff... ven, volvamos a casa.-
Cerrando
la puerta trasera, se fueron del lugar montados en la bicicleta de
Bastián. El rostro de Celeste denotaba aun mucho nerviosismo, y eso
preocupo a Bastián, que solo quería llegar lo más pronto posible a
casa.
La
noche era muy fría, y las nubes indicaban, que una tormenta se
estaba aproximando. La luz de la luna, de a ratos, los acompañaba en
el trayecto a casa. El vaho que salía de la boca de Bastián, era
mucho mayor que el de Celeste, que había notado el cansancio en él.
En ese momento en ella, una sensación de paz y tranquilidad le
invadió todo el cuerpo y el espíritu. Por primera vez, en mucho
tiempo, se sintió protegida y ante esa agradable sensación, con
suavidad, apoyo su mano sobre la de él.
-
Gracias.- dijo ella.
La
casa aun estaba muy lejos, cuando a escasos cien metros de donde se
encontraban, ambos notaron algo extraño en el aire. Se percibía un
inconfundible olor a caucho quemado. Además, en la banquina del
camino, se podían ver un juego de luces parpadeando. Disminuyendo la
velocidad se detuvieron, cuando advirtieron que a cincuenta metros,
un auto negro se encontraba volcado, e incrustado contra un
gigantesco y antiguo roble. El motor aun funcionaba, pero hacía
ruidos extraños. Las puertas estaban abiertas, pero por la oscuridad
del lugar y del habitáculo, no pudieron ver si alguien se encontrada
dentro. Ante esa situación, ambos se preocuparon mucho más, cuando
vieron un bolso con dinero tirado sobre el césped. El viento
diseminaba los billetes, por todos los alrededores.
-
¿Es el mismo auto?- preguntó ella, comenzado a preocuparse
nuevamente.
-
Creo que será mejor que sigamos.- respondió él, mientras usaba su
inhalador.
-
Bastián, otra vez tengo miedo.-
-
Tranquilízate…- dijo él, comenzando a pedalear nuevamente, pero
esta vez más rápido.-… en algunos minutos, ya estaremos en
casa.-
La
ruta por la cual viajaban, era la más directa para llegar a la casa,
sin embargo era la más oscura. No tenía mucha iluminación, y la
vegetación frondosa, formaba prácticamente un túnel a lo largo de
todo el trayecto, bloqueando la luz de la luna, que ya
esporádicamente los acompañaba. En ese trayecto, las viviendas eran
cada vez más escasas, y extrañamente ese día, todo estaba
demasiado tranquilo. Finalmente, y para alivio de los dos, el camino
de entrada a la casa, se podía divisar a pocos metros.
Su
vecino que vivía enfrente, en ese momento estaba cerrando la puerta
principal, y no los vio llegar, aunque ambos lo saludaron.
Completamente exhausto, Bastián se detuvo frente a la casa.
-
¿La luz esta encendida?- pregunto él.
-
Si, yo la deje encendida.-
-
No doy mas, acaso ¿Subiste de peso?…- dijo Bastián, queriendo
aliviar un poco la tensión, por la que habían pasado.-...ya no es
tan fácil, llevarte como antes.-
-
Que gracioso, que resulto ser… valla, valla ¿Dónde quedo el
tímido?… para que sepas, tengo el mismo peso, je…- dijo ella
siguiéndole la corriente.-…Bastián, voy a prepararte algo de
comer ¿quieres? -
-
Eso seria estupendo… aunque, ahora quisiera un vaso de agua, para
calmar mi sed y cansancio.-
-
Bueno, te preparo un jugo.-
-
Gracias… Yo voy a guardar la bicicleta, y también buscare leña
para el fuego.-
-
Yo te abro la puerta trasera, te espero adentro.-
Mientras
Celeste subía las escaleras del pórtico, para entrar por la puerta
principal, Bastián llevo la bicicleta hasta el garage, que estaba en
el patio de la casa, y la guardó. Allí también, se acerco a la
leña ya cortada, para juntar varios troncos. La puerta trasera
estaba abierta, y cerrándola tras de si, Bastián cargo la pila de
leña hasta la chimenea. Acomodo algunos troncos y luego de varios
intentos, encendió el fuego. Lentamente el crepitar de la madera
comenzó a escucharse y todo el ambiente se inundo de una agradable
temperatura. Satisfecho Bastián se sacudió las manos y dándose
cuenta que estaban sucias, entro al baño para asearse y usar
nuevamente su inhalador. Al salir de allí entro a la cocina, sobre
la mesa se encontraba una jarra con jugo de naranjas, al lado, un
vaso. Lleno el vaso con el zumo y salió de allí para sentarse en el
sillón frente a la chimenea. Estaba completamente exhausto. Sobre la
chimenea, el fuerte sonido del tic tac de un viejo reloj, marcaba las
23:00 horas. Luego de dos sorbos, dejo el vaso en la mesita, y se
quedo observando las llamas de la chimenea. Eran de un rojo
amarillento muy intenso, ensimismado su mirada se poso en ellas,
había dejado de pestañar, y luego de unos minutos había entrado en
un trance profundo. Su respiración era mas lenta y pausada, todo a
su alrededor se detuvo. Y de entre las llamas, en su cabeza una
imagen comenzó a formarse. Suavemente el perfil de una joven se
dibujó y luego de formarse completamente le sonrió mirándolo a los
ojos. El se dio cuenta quien era y le devolvió la sonrisa, también
quiso hablarle pero le señalo con el dedo apoyado en sus labios, que
callara. Como si fuese un hechizo, él no pudo decir palabra alguna.
Aquella inquietante mujer se irguió de entre las llamas, y avanzo
hacia él. Paso tras paso iba dejando una huella de fuego en el piso.
Bastián estaba alucinado, su rostro no dejaba de sonreír y le
tendió la mano. Ella lo llamo, y él se puso de pie. Luego lo
abrazó, cruzando sus brazos por sobre sus hombros y sensualmente
comenzó a bailarle. Aquella escena se había vuelto muy explicita,
ella le hacia gestos groseros, manoseándolo y riendo sádicamente.
Bastián no entendió que pasaba, y su timidez golpeo en su cabeza.
Ya no quería mirar, todo se había vuelto muy asfixiante y ofensivo.
Sus tripas regurgitaron y un hilo de baba verde salio de su boca, se
sentía sucio. Empezó entonces a querer zafarse empujándola.
Mientras lo hacia la piel ya carbonizada de la muchacha comenzó a
caerse en toscos pedazos nauseabundos. Bastián miro horrorizado el
pedazo de carne cocida que había caído en el piso y quiso
desprenderse más desesperadamente. Pero aquella muchacha no lo
dejaba, lo había abrazado más fuerte. Con sus labios en llamas
buscaba besarlo, pero Bastián luchaba con todas sus fuerzas para
escapar. Quería gritar pero aquel hechizo no se lo permitía. Sus
ojos secos por el calor, ya no veían bien. Su corazón latía de
terror. Le faltaba el aire.
-
Bastián?!... Bastián?!- Celeste lo tomaba de los hombros y lo
zarandeaba fuertemente.
Bastián
despertó de aquella pesadilla sentado en el sillón. Estaba
completamente sudado. Tenia sus dedos clavados en el sofá y sus uñas
estaban sangrando. Su corazón latía a mil por segundo.
-
Despierta Bastián… creo que alguien esta rondando la casa ahí
fuera...- luego de zarandearlo mas fuerte.-… entiendes lo que
digo?... alguien esta afuera!!!.-
-
Donde?.-
-
Afuera… por ahí, escuche voces que vienen del patio… Cerraste la
puerta trasera?.-
Bastián
abrió los ojos de par en par. Y entonces escucharon como la puerta
trasera rechinaba lentamente al abrirse. Ambos quedaron paralizados.
Sus respiraciones se detuvieron. Se abrazaron fuertemente. Se escucho
el murmullo de alguien queriendo callar a otra persona. En ese
momento Bastián reaccionó y murmurándole a Celeste al oído, le
indico
-
Sube y busca un lugar donde esconderte.-
-
No te voy a dejar.-
-
Has lo que te digo… ahora!.- Ella titubeó, y con lágrimas en los
ojos corrió rápidamente hacia las escaleras. Allí se detuvo un
segundo, y lo miró a los ojos. Movió sus labios diciéndole en
silencio “ten cuidado”, pero él no comprendió. Luego subió
rápidamente para buscar donde esconderse.
Casi
al mismo tiempo, sombras emergieron desde la cocina recorriendo todo
el pasillo, cubrieron las paredes y el techo de todo el lugar, como
si se tratase de un espectro oscuro recorriendo la casa. Bastián no
atinó a nada, quiso salir corriendo, pero solo lo pensó y cuando se
dio cuenta, había dejado de respirar. Ese momento pareció durar una
eternidad. El sonido del tic tac del reloj que antes inundaba el
lugar en cada segundo, ahora era cada vez más esporádico, mas
pausado, mas calmado, hasta que finalmente, luego de una infinidad
dejo de escucharlo. En ese momento el rugido furioso de una bestia
indescriptible se escucho en toda su cabeza. Con cada paso que
aquello daba, un pequeño temblor movía todos los objetos de la
casa. La respiración de ese monstruo agitado, traía consigo un
hediondo olor a ciénaga. Bastián estaba paralizado, dentro su
cabeza él corría a esconderse, pero su cuerpo físico estaba
quieto, inmóvil de espaldas a la chimenea. Cuando aquello se asomo
al living un grito sordo y asfixiado, lo despertó del trance. Frente
a él, tres malhechores, dos hombres y una mujer armados, lo estaban
encañonando. Bastián reacciono abriendo los ojos y dando un paso
hacia atrás, pero se detuvo antes de terminarlo, al escuchar como
uno de ellos cargaba la nueve milímetros con un casquillo de bala en
el disparador. Todos estaban mal vestidos, sudados y malolientes. El
primero camino hacia él en cámara lenta, al menos eso le pareció.
Los otros dos, aguardaron detrás. El hombre que se había quedado
atrás, al verlo parado en el medio del living, le sonrió
sádicamente. Era de estatura baja, pero un poco más alto que la
mujer. Tenia los cabello alborotados y le faltaba un diente. Vestía
un chaleco negro y debajo, una remera blanca sucia.
Sin
hacer un movimiento brusco, Bastián les saludo con una suave
inclinación de cabeza.
-
No te muevas amiguito.- dijo el que parecía ser el jefe.
-
Déjame éste a mi Leo, yo lo hago pedacitos.-
-
Quieto Javi, nadie va a hacer nada… debemos quedarnos aquí por un
tiempo y lo vamos a necesitar… Nora, revisa el resto de las
habitaciones, y vos Javi move el culo y ayuda a Matías que esta mal
herido...- Cuando quedaron solos se acerco amenazadoramente.-…Quien
mas vive aquí amiguito?.- Bastián tenía miedo de no poder
responder, de que su voz sonara mentirosa y delatara la presencia de
Celeste.
-
Nadie más vive aquí, solo yo… señor.- lo miro a los ojos y
dentro de su cabeza, su “yo” sonrió.
-
Je!... en una casa taaan grande solo vive una persona?... como puede
ser posible eso mi querido amiguito, cuando años tienes?.-
-
Tengo 24… yo vivía con mi abuela, pero ella ya no esta con
nosotros.-
-
Y tus padres?.-
-
Ellos fallecieron… en un accidente de transito hace algunos años…
sus cenizas estas ahí sobre la chimenea… en esas dos urnas.-
Señalo muy suavemente con la cabeza dos grandes jarrones que se
encontraban uno a cada lado del reloj, que nuevamente había
comenzado a escucharse su patético tic tac.
-
Vamos a quedarnos un tiempo aquí… así que necesito que colabores…
claro, si quieres seguir con vida… entiendes lo que digo?.-
-
Si claro… este vecindario es bastante tranquilo.- dijo queriendo
tranquilizarlo de alguna manera. Mientras tanto dentro de su cabeza,
Bastián caminaba alrededor de aquel hombre, mirándolo de una forma
curiosa hasta por momentos fascinado, como si buscara su punto débil.
Ese
mal viviente era de tez oscura. Sin cabellos, pero con algo de barba
en el mentón. Media unos dos metros y era de contextura robusta.
Vestía unos jeans y una camiseta musculosa blanca, completamente
sucia en todo el pecho, al parecer con sangre. En su mano izquierda
llevaba un revolver nueve milímetros plateada, con el mango tallado
en madera color caoba y un silenciador, en su cintura llevaba otra de
iguales características.
-
Siéntate ahí donde pueda verte.-
-
Leo… arriba no hay nadie.- dijo la mujer que apoyada sobre la
baranda de la escalera, denotaba cansancio y estrés.
Era
una mujer morena muy atractiva, de baja estatura y cabellos largos
oscuros. Tenía ojos color gris y en su rostro se dibujaba una
cicatriz, de muchos años, sobre la ceja derecha. Llevaba consigo un
arma, también con silenciador, que al juzgar por como la portaba,
nunca había tenido una en sus manos.
-
Revisaste todo?...- ella acento con la cabeza.-… Ok, Fíjate que le
pasa a Javi que no aparece, ayúdalo a entrar a Matías...- en ese
momento la puerta de atrás se escucha abrirse de golpe y el sonido
de algo caerse fuertemente los alertó.-… pero que haces pelotudo,
no ves que esta mal herido!!!.- dijo mientras salía apresurado en
dirección a la cocina.
-
Pero y que queres !!!, si este pesa una tonelada!!!.-
-
Llévalo arriba, recuéstalo en la cama de alguna de las
habitaciones… vos Nora, quédate cuidándolo y trata de limpiarle
la herida… y vos Javi, anda para afuera a hacer guardia.-
-
Afuera?!, pero si esta por llover!!!, además tengo hambre, es que no
puedo comer algo primero?.- al ver la mirada que le puso Leo, sin
palabras llevo al herido hasta el piso de arriba, para luego salir de
la casa.
-
Quiero que sepas que a pesar de que Javi es medio idiota, siempre
esta bien alerta a todo, así que te prevengo, no trates de huir,
porque él lograra cazarte… entiendes lo que digo?.-
Dentro
de su cabeza el rostro de Bastián, estaba impávido, ante la amenaza
de aquel hombre. Por algún motivo su intriga se hacia cada vez mayor
hacia ese individuo. Sin embargo, a pesar de todo seguía curioseando
alrededor de él.
-
Si señor, entiendo perfectamente lo que dice.- dijo Bastián bajando
la mirada temeroso.
-
Tienes algunas vendas y alcohol?... Matías esta mal herido, tenemos
que limpiarle la herida.-
-
Si señor… si me permite tengo además conocimientos en primeros
auxilios.-
-
Es una herida de bala… crees que puedes hacer algo.-
-
Veré la herida… si usted esta de acuerdo.- dijo Bastián sin
levantar la mirada.
Apuntándolo
con el arma, le indico que avanzara, y ambos subieron las escaleras.
La
casa tenía tres pisos, era una de las más grandes y antiguas del
pueblo. En la planta baja se hallaban habitaciones de estar común.
Una recepción en la puerta principal; dos amplios living, uno de
ellos, con una gran chimenea y tres enormes sillones muy acogedores;
el otro mas acústico, con muchos cuadros, fotografías familiares y
adornos valiosos, junto a una de las paredes se encontraba un piano
que hacía mucho que nadie tocaba; también en la planta baja se
hallaba el salón comedor y otro de baile con una barra de bebidas;
separado de ese sector, un estudio con una pequeña biblioteca; en la
parte de atrás se encontraba una amplia cocina, con un pequeño
comedor, y junto a ese comedor, dos habitaciones de servicio con un
baño en común.
El
primer piso, constaba de un largo pasillo, en el cual se repartían
las siete habitaciones de huéspedes, dos en suite –las dos que se
encontraban al final del pasillo-; frente a la escalera se encontraba
un salón de lectura, con otra biblioteca mucho más grande que la
del piso inferior, con un amplio baño, en la puerta siguiente un
descanso con cuatro sillones y una mesa decorativa; la siguiente
puerta era un salón de estudio. Al final del pasillo había un
ventanal, por el cual se podía ver el amplio patio de la casa.
El
último piso era donde se encontraban las habitaciones principales,
todas con un amplio balcón y en suite; la de sus padres, la de su
abuela, la de Bastián y otra que no pertenecía a nadie, pero allí
era donde Celeste siempre se acomodaba cuando se quedaba. A pesar de
que el cuarto de Bastián se hallaba en ese piso, él usaba la
primera habitación de huéspedes. Desde que había fallecido su
abuela Bastián jamás había vuelto a subir a ese piso.
-
Nora!!!... donde estas?.-
-
Aquí!!!, en la última habitación, a la derecha.- se escucho gritar
a la mujer, con voz de fastidio.
Caminaron
lentamente por el pasillo. Las puertas de las habitaciones se
encontraban todas abiertas, pero con las luces apagadas. Al notar
aquello, el hombre armado le dijo a Bastián.
-
Tienes llave de las puertas?.-
-
No señor, me deshice de ellas hace mucho tiempo.-
Leo
caminaba detrás de Bastián y por un momento creyó que escuchaba a
otra persona, entonces volvió a preguntar.
-
Oye amiguito, tienes las llaves de estas puertas?.- Bastián
deteniéndose en el medio del pasillo, giro calmado y levantando la
mirada, para observarlo, le respondió.
-
No señor, me deshice de ellas hace mucho tiempo.-
En
ese momento por el costado del malhechor, Bastián pudo ver como con
mucho sigilo Celeste caminaba desde el salón de lectura frente de la
escalera, hasta la siguiente puerta donde entro y se perdió en la
oscuridad del cuarto. Bastián respiro profundamente y dijo.
-
En el baño tengo lo que me pidió… el alcohol y las vendas.- Dijo
mientras comenzaba a escucharse las gotas de lluvia caer,
repiqueteando vivamente sobre el techo.
Al
entrar a la habitación, Bastián encontró al malhechor llamado
Matías, recostado en la cama. Su rostro denotaba mucho sufrimiento.
Tenia sus manos resguardándose la parte superior del abdomen, y se
retorcía gimiendo de dolor. La mujer, intentaba mantenerlo quieto
pero le era imposible.
-
Pudiste limpiarle la herida?.- pregunto Leo.
-
No puedo mantenerlo quiero, el idiota se mueve mucho.-
-
A ver déjame intentarlo…- dijo mientras se acercaba a la cama.-…
Matías?, Matías hermano?, debes intentar mantenerte inmóvil…
estas haciéndote daño vos mismo.- Pero nada que le dijera podía
hacerlo entrar en razón.
Bastián
advirtió como un líquido negro se escurría por todo el cubrecama.
Se acerco al lugar y le pidió a la chica que fuera del otro lado de
la cama y lo sujetara por el hombro.
-
Hace cuanto tiempo que lo hirieron?.- pregunto Bastián.
-
Una hora mas o menos… Nora, que es ese liquido negro?.- pregunto
Leo al ver como eso teñía de negro las manos de Matías.
-
No se, creo que cuando se cayo en la cocina, se lastimo con algo.-
-
Te dije que le limpiaras la herida.-
-
Pero como mierda, si no deja de moverse!!!.-
-
Vamos venga límpiale la herida y ve que puedes hacer chico.- le dijo
a Bastián, indicándole que comience.
-
Si señor… Por favor, quítele las manos del abdomen.- pidió
calmadamente.
Bastián
desprendió la camisa ayudado por Nora, quien con cara de asco no
quería ensuciarse las manos. La herida estaba ubicada debajo de la
última costilla del lado derecho. Con una toalla repaso la herida,
limpiando la sangre y aquella sustancia negra viscosa. Cuando
termino, se dio cuenta que la sustancia negra, efectivamente salía
del cuerpo de Matías.
-
Oh, oh.- se escucho decir.
-
Que significa ese “oh, oh”?.-
-
Lo hirieron en el hígado… si no va inmediatamente a un hospital,
eso quiere decir solo una cosa…- y moviendo la cabeza en sentido
negativo, les dio a entender que no había mucho por hacer.-… una
herida de ese tipo, si no recibe atención médica profesional,
inevitablemente es mortal… y… considerando que hace mas de una
hora que lo hirieron.- y bajo la cabeza, temeroso de la reacción que
aquel gigantesco hombre podría llegar a tener.
Al
parecer entre Leo y Matías, existía una relación mas profunda,
porque al escuchar aquellas palabras del muchacho, su cara se
transformó. Por un momento pareció que iba a golpear violentamente
a alguien, pero inmediatamente sus ojos titubearon, bajando la mira y
buscando en su mente el siguiente paso a seguir.
Bastián
observaba a Leo en todo momento girando entorno de él. Se reía con
una risita bajita y a la vez estridente de lo que pasaba, disfrutando
del sufrimiento ajeno.
-
Llevémoslo al hospital… no queda otro camino.- dijo ella.
-
Cállate mujer… sabes que no podemos hacer eso.-
-
Morirá si no lo llevamos!!!.-
Leo
recorrió la habitación, muy preocupado, intentando pensar cual
seria la solución. Parecía que la voz de Nora lo aturdía por
momentos, ya que ella solo repetía una y otra vez que debían
trasladarlo al hospital. En dos oportunidades le grito diciéndole
que se callara, que esa no era una opción. Pero no encontrando
respuestas, se detuvo al pie de la cama.
-
Bien ya se que vamos a hacer, lo llevaras tu Nora.-
-
Yo?, Pero por que!? Por que no lo lleva Javi?, yo no lo aguantaría
es pesado, además esta lloviendo cada vez mas fuerte y no tenemos
vehiculo.-
-
Mierda!!!, tienes razón, el auto se descompuso… Entonces ve a
buscar a Javi… y quédate tu haciendo guardia, pero trata de no
hacer nada estúpido.- Nora lo miro a los ojos encendidos de bronca,
eran demasiados insultos para un solo día, no pensaba tolerarlo
mucho más. Salio de la habitación obedeciendo la orden que le
habían dado, apretando los dientes y tensa por la situación
incomoda que estaban viviendo.
Tan
pronto como Nora se pierde saliendo de la habitación, Bastián
observa a través de la puerta que Celeste por al pasillo ingresa a
la ultima habitación frente a donde encontraba con Leo. De entre la
oscuridad del cuarto, lo mira y se cubre la boca con la mano derecha,
al ver el cuerpo ensangrentado de ese hombre tendido en la cama. Para
Bastián era como un balde de agua fría derramándose sobre su
cabeza, quiso gritar “Escóndete”, los labios vibraron por un
impulso que lo obligaba a hablar pero no pudo, el líder de los
malhechores, se hallaba frente a él, de espala a la puerta.
Con
la cabeza hacia abajo, Leo pensaba en un plan de acción. Cuantas
dediciones lo habían invadido ese día, que grandes
responsabilidades se le habían atribuido, pero sabía que al ser él
el responsable por todos, corría con una responsabilidad extra de
sacarlos de ese embrollo. Sin embargo sabia perfectamente que no
tenía plan “B”, las cosas se habían salido del curso planeado y
ahora se encontraba poniendo en un peligro mayor, a lo único que le
quedaba en la vida, su hermano menor, que se hallaba en esa cama… a
punto de morir.
-
No puedo entregarme ni entregarlos, todo habrá sido en vano si lo
hago.- pensó Leo.
De
pronto el rostro se le ilumino, su expresión, su ceño cambiaron,
alzo la vista y miro a Bastián. En ese momento ingresa al cuarto
Javi, quien no había podido eludir su instinto animal, y tuvo que
demorarse unos segundos para pasar por la cocina, y tomar algo de la
heladera. Traía entre manos un sándwich de jamón, y un vaso con
jugo exprimido de naranjas.
-
Que pasa ahora?, que fue lo que hice?.- Leo escucha la voz de Javi,
pero no quita la vista de Bastián. Lo miraba a los ojos, como si le
estuviera leyendo los pensamientos.
Por
su parte Bastián hacia lo mismo, estudiaba detenidamente a Leo, lo
recorría alrededor buscando algo, pero no sabia que. Bastián se
caracterizaba por ser un poco lento para relacionarse con los demás,
pero no comía vidrios, se había dado cuenta de que Leo quería que
llevara a Matías al Hospital.
-
Leo!!! ... Leooo!!!!!!!!!.... Demonios Leo contéstame.-
-
Tu llevaras a Matías.- dijo rompiendo el trance en el que había
permanecido mirando fijamente al muchacho.
-
Llevar a Matías? Quien, este cuatro ojos? Ja ja no me hagas reír,
no llegaría ni a la esquina y lo soltaría para ir corriendo a la
Policía. Nos delatara y lo sabes bien.-
-
Lo harás?... Y no nos delataras… entendido?.- Dijo Leo intimidando
a Bastián, que no le quitaba los ojos de encima.
En
cuestión de milésimas de segundos, los impulsos nerviosos hicieron
su trabajo y tejieron muchas posibilidades en la cabeza del muchacho,
le aliviaba la idea de salir de la casa, pero no dejaría a Celeste
sola con esos mal vivientes. Ella representaba todo el amor que
habitaba en su cuerpo, después de la muerte de su abuela, no le
quedaba nadie mas que ella en el mundo, definitivamente irse no era
una opción.
Abrió
lo ojos de par en par, se encontraba atónito, la boca a medio abrir,
mudo, las palabras estaban en cualquier parte menos en sus labios.
Javi
sacude del hombro de Leo y le dice
-
Te das cuenta? Nos va a traicionar!!!, Saldrá corriendo y nos va a
exponer a todos, demonios Leo!!! Maldita sea la hora en que me
metiste en esto!!!... te crees el gran líder y en todos estos días
no has tomado una decisión acertada.-
Los
ojos de Leo se abrieron, se podían ver las pequeñas venas oculares
irrigadas de sangre, la rabia se apodero de él y tomo con ambas
manos la ropa de Javi, a la altura del cuello.
-
Quien demonios te crees que eres? Yo tomo las decisiones aquí y si
digo que ira él pues así será, confío mas en el chico que en
vos?.-
Javi
golpea las manos de Leo obligándolo a desprenderlas de la ropa, lo
mira a los ojos fijamente y le dice.
-
Si, de eso me doy cuenta... y viendo lo que has hecho con la vida de
tu hermanito, no puedo creer que este aquí de tu lado... la vida de
Matías esta en la palma de “tu mano”, esta así por “tu culpa”
y vos sos el único responsable, deberías llevarlo vos.- El silencio
reino en la habitación, los ojos inyectados en sangre de ambos no
cesaron de mirarse duramente por varios minutos, que fueron en
realidad segundos. Bastián quieto en su sitio, caminaba rodeándolos,
observando a ambos, sabia que quebrarlos era la solución. El
problema seria como hacerlo.
-
Ok, lo echaremos a la suerte.- dijo Leo, tomo el teléfono celular y
llamo a Nora que se encontraba afuera haciendo guardia para que
venga.
-
A la suerte?... estas loco, ya no sabes lo que dices... porque,
porque mierda tuve que aceptar este trabajo?.- Javi hace un gesto en
forma de negación, pero aceptando la decisión, se queda quieto.
Los
minutos pasaban y Nora no había aparecido, algo raro sucedía. Leo
marco nuevamente el número de celular, pero nadie atendía.
-
Que le pasa a Nora que no viene?.- pregunto intrigado Javi, que había
comenzado a observar por detrás de la cortina de la ventana buscando
a su compañera en las inmediaciones de la casa.
-
No se la llamo y no contesta.-
-
Voy a ver donde esta.- dijo Javi.
Casi
al mismo tiempo en que Javi salió del cuarto, y volteo en dirección
a la escalera, su cara cambio drásticamente, se había vuelto
pálida. Dio un terrible paso hacia atrás, golpeándose la cabeza y
golpeando la puerta fuertemente provocando que Leo y Bastian, dieran
un salto de confusión. Javi cayó sentado al suelo, y a pesar de que
estaba contra la pared, movía rápidamente sus pies queriendo
retroceder. Leo al ver esa situación, cargo su arma y se abalanzó
rápidamente para observar por el pasillo, temiendo que la policía
había llegado, pero al cruzar el umbral de la puerta, sus ojos se
vieron sorprendidos al ver lo mismo que miraba Javi.
-
Pero que mierda pasa aquí!!!.-
Nora
se encontraba de pie, al comienzo del pasillo. Justo delante de la
escalera. Se hallaba inmóvil, algo curvada hacia delante, sus
cabellos estaban alborotados sobre su cara, como si alguien la
hubiese despeinado salvajemente. Estaba parada sobre un charco de
agua, pero no era agua, se había orinado encima. Tenía la piel
completamente blanca y su mandíbula no dejaba de temblar. Apuntaba
el arma a todos y ningún lado. Estaba completamente fuera de si…
completamente aterrada.
-
Nora!!!, Nora baja el arma.-
-
Nos va a matar!!!.- grito Javi.
-
Cállate idiota!!!... Nora por favor que sucede?, háblame Nora!!!.-
-
Leo, vayámonos de esta casa.- dijo ella con un hilo de voz, pero Leo
no le entendió.
-
Que dices?, no te escucho… Nora voy a acercarme, pero tienes que
bajar el arma.-
-
No te acerques!!!.- grito ella.
-
Dime que paso?, si no me dices no puedo ayudarte.-
-
Es… est… esta dentro de ese cuarto.-
-
Que cosa?... en cual?... dime cual y lo revisare?.-
-
En ese....- Nora no podía mantenerse de pie, para ese momento
temblaba completamente. Había entrado en estado de shock. -…no
Leo, no entres ahí, por favor no entres ahí… ahí no!!!!!!!!.-
Sin
comprender de qué hablaba, Leo camino apuntando el arma hacia la
habitación que le había señalado ella, la siguiente luego del
descanso. Lentamente fue dando paso tras paso, avanzando por delante
de las puertas abiertas de los cuartos sin luz. Finalmente, se detuvo
frente a la habitación que señalaba Nora. Miró en ambas
direcciones, a Javi que se encontraba aun en el suelo y a Nora, que
aun apuntaba el arma en esa dirección. Temeroso, tanteo los
laterales internos, pretendiendo buscar el interruptor de luz.
-
No lo hagas.- dijo Javi.
Leo
encendió la luz. Al mismo tiempo que el cuarto se iluminó, un
gigantesco rayo cayó cerca de la propiedad, cortado instantáneamente
el suministro eléctrico, quedando la casa completamente a oscuras.
Un respingo de susto salio de la boca de Leo, dando un paso hacia
atrás.
-
Mierda!!!.- Grito Javi, y al mismo tiempo, el sonido de lo que
pareció ser un rugido escalofriante, se confundió con el sonido del
trueno que se había escuchado al desatarse finalmente una terrible
tormenta. Los gritos de Nora se escucharon comenzando a dispara a
diestra y siniestra. Leo se tiró al piso instantáneamente. Con cada
rayo que caída de la tormenta y con cada disparo, el pasillo se
iluminaba, como si se tratara de los flashes de una cámara
fotográfica. Leo gritaba a Nora para que se calmara. Javi gritaba
como criatura huyendo a esconderse bajo la cama de la habitación en
la cual estaba agonizando Matías. Leo tirado en el piso en el medio
del pasillo, viendo en cada flash a Nora que aterrada disparaba en
todas direcciones retrocediendo.
-
Noraaaaaa!!!... deja de disparar!!!... Noraaaaaa!!!.-
En
uno de los flashes, frente a Leo aparecieron unas zapatillas, eso lo
sorprendió asustándolo. En otro segundo que se ilumino el lugar,
levanto la cabeza y vio a Bastián parado inmóvil enfrente suyo.
Alcanzó a ver los ojos del chico, se encontraban completamente
negros, también vio sobre su hombro y cintura unas manos femeninas
que lo recorrían, como si algo lo estuviera abrazando y acariciando
por la espalda. En otro flash, el corazón de Leo se detuvo y por un
momento no pudo respirar, ahogándose con su propio aire que había
aspirado, cuando la cara de algo se le abalanzó chillando
terroríficamente, inmediatamente todo volvió a oscurecerse.
-
Aaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh!!!.- grito alguien y la luz, volvió.
El
pasillo estaba completamente vacío, y también el cuarto que había
señalado Nora. Allí desde el suelo, Leo busco con la miraba a
Bastian, pero no lo encontró, entonces giro su cabeza en dirección
a la habitación donde Matías se encontraba. Al mismo tiempo que
observó la puerta, Bastian se asomó y lo miró, preguntándole si
estaba bien. Sin responder, y mucho menos comprender algo de lo que
había pasado, volteo su cabeza en dirección a donde se encontraba
Nora. Allí la vio, tirada en el suelo completamente inconciente.
-
Javi?... estas bien?.- gritó poniéndose de pie y comenzando a
caminar hacia Nora.
-
Aquí estoy!!!.- dijo mientras lentamente avanzaba por el pasillo
caminando detrás de Leo.
-
Tu chico... quédate donde estas… aquí pasa algo que no nos has
dicho.- dijo Leo mirándolo con cara de poco amigos.
Bastián
no pronunció palabra alguna, sin embargo miró la a través de la
puerta donde había visto a Celeste. De la oscuridad de la
habitación, pudo ver como ella se asomaba apenas a la luz sonriendo
pícaramente.
La
tormenta seguía su curso lloviendo violentamente, provocando bajones
de tensión en la corriente eléctrica. Afuera el viento azotaba
peligrosamente los árboles y sus ramas, rasgando algunos las
paredes, escuchándose así raros sonidos por toda la casa. Los rayos
que seguían cayendo, surcaban los cielos, iluminando toda la
propiedad y los truenos rugían con si una bestia de los infiernos
vagara fuera de la vieja casona.
Javi,
junto a la ventana de la habitación en que se encontraba Matías,
vigilaba de allí a través de una delgada cortina gran parte del
frente de la casa. De pronto todas las paredes se tiñeron de azul, a
causa de la luz intermitente de un patrullero que paso por frente de
la casa, Javi se tenso y quedo quieto, como si pudieran verlo desde
afuera, definitivamente los nervios le jugaban en contra.
Leo,
ayudado por Bastián, frente a la escalera atendía a Nora que se
estaba recuperando del desmayo.
-
Nora, Nora te encuentras bien?.-
-
Eso creo.- dijo sentándose, mirando temerosa en todas direcciones.
-
Trata de contarme que te sucedió?, que fue lo que viste?.-
-
No se, estaba subiendo las escaleras… y en un determinado momento
sentí como si alguien me tironeara del cabello.- Al escuchar eso
Bastián se sorprendió y Leo advirtió eso.
-
Quien mas esta en la casa?.- dijo tomándolo violentamente de cuello.
Los músculos del brazo se hincharon de manera increíble, nunca el
muchacho había visto un brazo tan trabajado.
-
Déjalo Leo olvídalo!!!... quiero irme de esta casa… suéltalo!!!,
quiero irme yaaaa!!!.-
-
Nadie, no hay nadie mas.- Dijo con un hilo de voz.
Al
escuchar esa respuesta Leo lo lanzo casi sin esfuerzo, como si se
tratara de un trapo viejo, arrojándolo por el pasillo a varios
metros de donde estaba. Desparramado golpeó la cabeza contra el
marco de una de las puertas. El golpe no fue grave, e inmediatamente
comenzó a levantarse. Al ver aquello desde el interior del cuarto,
Celeste se enfureció y quiso salir de donde se encontraba, pero
moviendo la cabeza Bastián le pidió que no lo haga. Casi al mismo
tiempo que se ponía de pie, lo tomaron de los cabellos,
estrellándolo contra la pared y colocando el antebrazo en el delgado
cuello del muchacho. Aquel gigantesco personaje lo dejo suspendido
treinta centímetros sobre el suelo, entonces volvió a preguntarle
quien más estaba en la casa; pero los ojos de Bastían se llevaron
de sangre, su vista se nublo y se torno oscura, comenzó a faltarle
el aire, y por mas que quería responder no podía, porque sus
cuerdas vocales estaban comprimidas. Paulatinamente todo fue
escuchándose más y más lejos, como si el volumen de todo fuese
apagándose. A lo lejos Bastián escucho una puteada y luego cayo al
suelo. Sus brazos y piernas no reaccionaban, tenía todo el cuerpo
adormecido. Sin poder defenderse o al menos cubrirse Leo le propino
una patada en el abdomen que lo dejo completamente sin aire. Sus ojos
se abrieron más de lo normal, y un dolor agudo en el pecho se desato
inmediatamente junto con un ardor en el diafragma que no le permitió
hacer ningún movimiento. Se desespero al no poder llevar el preciado
aire, hacia sus pulmones. La falta de aire no le dejo gritar y por un
momento pensó que su cerebro explotaría. Sus pupilas se dilataron
violentamente comenzando a dejar entrar una extraña luminiscencia
que no sabía de donde había venido, de esa forma todo lugar se
inundo con una luz brillante y calida. Aun debilitado por el
puntapié, observó toda esa claridad, y con un poco de temor se puso
de pie. Por donde mirara todo era blanco. No podía distinguir si
estaba pisando el piso de la casa, porque en sus ojos solamente se
podía ver el blanco de ese lugar. Levanto sus manos para refregarse
los ojos, pero tampoco podía ver sus manos. Entonces en ese momento
escucho una suave y dulce voz, que creyó reconocer.
-
Bastián?... Bastían?.- Miró en todas direcciones y al darse cuenta
que estaba solo, se asusto y quiso correr, pero no había hacia donde
correr. Quiso gritar, pero no le salía ningún sonido. Desesperado
miraba en todas direcciones, no sabia si miraba hacia delante o
atrás, si miraba hacia arriba o hacia abajo. Cerró sus ojos
fuertemente y los mantuvo así, luego de unos minutos los abrió.
Fijando la vista, a lo lejos creyó ver algo, un punto negro, pero no
estaba seguro. Entonces sin importarle nada, comenzó a correr. Ahora
tenía un punto de referencia, un lugar donde ir. Mientras tanto
seguía escuchando esa voz, que pronunciaba su nombre una y otra vez.
-
Mira lo que hiciste!!!... que hacemos si alguien viene a la
casa!!!... hace un rato la policía cruzó por enfrente de la casa,
que tal si se detienen y golpean la puerta!!!- le grito Javi, al ver
que todo se salía de control.
-
Este hijo de puta nos esta mintiendo... Nora busca algo para atarlo,
que yo…-
-
Estas loco!!!...- dijo la mujer interrumpiéndolo.-…yo no voy a
andar sola por ahí… quiero irme ya de esta casa, yo no me quiero
quedar un minuto mas aquí.-
-
No podemos andar por la calle ahora, escuchaste lo que dije!!!... la
po-li-cia, cruzo por enfrente de esta propiedad.- le grito Javi.
-
Esta bien, esta bien!!!... Nora si no quieres estar aquí entonces tú
llevaras a Matías al hospital.-
-
Matías es muy pesado!!!, no voy a poder!!!.-
-
Cállense!!!... cállense ya!!!... checare el garage a ver si tiene
alguna carretilla o algo donde poder cargarlo y llevarlo mas
fácilmente.- dijo Javi queriendo tomar el control de la situación.
-
De acuerdo, pero no te demores… Nora tu quédate aquí con Matías,
yo buscare algo para atar al chico.- Javi y Leo salieron de la
habitación.
Para
Nora, fue un alivio, no tener que andar vagando por la casa, así que
cerrando la puerta, se sentó en la cama junto a Matías, que con
cada segundo empeoraba su estado.
Mientras
bajaban por las escaleras, Leo comenzaba a preocuparle el hecho de
que alguien mas este dentro de la casa. Miraba en todas direcciones,
y ante el menor ruido se paraba a escuchar con detenimiento.
-
Crees que alguien mas este aquí?.-
-
Nora enloqueció desde que hirieron a Matías, además ella había
revisado todas las habitaciones de los pisos de arriba y dijo que no
encontró nada… Yo revise este piso, y solo estaba el muchacho…
seguro que esta loca.-
-
Cuando Nora dijo que alguien la había despeinado el chico hizo un
gesto, como si supiera de que estaba hablando Nora.-
-
No se Leo, las cosas se nos están yendo de las manos… voy al
garage.-
-
Busca también una cuerda…- y mientras Javi salía de la casa, dijo
para si mismo.-… yo revisare nuevamente la casa.-
-
Aquí Bastían!... por aquí.-
-
Celeste?... Donde estas Celeste?... te dije que no salgas de la
habitación.-
-
Necesito saber como estas?... puedes verme?.-
-
No entiendo donde estoy, pero estoy bien… Celeste, por favor no
salgas de donde estés, no quiero que nada malo te pase.-
-
Nada malo me va a pasar… yo solo quería… solo quiero… decirte
que… te quiero mucho.- Ella quiso decir otra palabra, pero no se
animo.
Bastián
no sabia si realmente estaba corriendo hacia ese punto negro en la
distancia. Pero al escuchar aquellas palabras, se detuvo y giro
vertiginosamente buscando verla en todas direcciones, quería
responderle, quería decirle lo que sentía por ella, pero quería
decírselo mirándola a los ojos.
Todo
pareció confuso en ese momento y muchas voces, que venían de todas
direcciones, comenzaron a escucharse. Como si ese lugar, donde se
encontraba, se hubiese llenado repentinamente de muchas personas
hablando entre si sin dejar escuchar nada.
-
Celeste?... Celeste?.- Dijo casi balbuceando mientras lentamente
recobraba el conocimiento y abría los ojos. Con la vista
completamente nublada, alcanzo a distinguir como una delicada mano le
acariciaba. Se trataba de una figura de mujer, que dulcemente le
sonreía y le acariciaba el cabello.
-
Shhh, tranquilízate… Pero por favor, aun no te vallas, quédate
aquí.- dijo ella, y al escuchar como alguien subía las escaleras se
preparo para defenderlo.
-
Ve rápido a esconderte.-
-
No te voy a dejar solo en esto.-
-
Haz lo que te digo Celeste, procura que no te encuentren, yo me
encargare de todo... Te lo prometo.- No había tiempo para un beso,
aunque Celeste se acerco para ello, pero sabia perfectamente que en
solo milésimas de segundo alguno de los malhechores aparecería por
el pasillo, porque se escuchaban claramente los pasos cada vez mas
cerca subiendo las escaleras. En el preciso momento que Leo se asomó
al piso, Celeste se lanzó a la habitación para esconderse en lo
profundo de la oscuridad. Bastian mientras tanto todavía atontado
por el estrangulamiento no pudo hacer más que quedarse en el suelo.
-
Bien amiguito, nosotros teníamos una conversación pendiente, así
que después vamos a terminarla, no creas que me olvidé.-
Al
escucharlo que se acercaba, el miedo en Bastián se acrecentó,
cubriéndose la cabeza con los brazos, pensó que le iba a pegar
nuevamente un puntapié, pero no fue así. Con una gruesa y húmeda
cuerda le amarro fuertemente las manos y luego los pies, así atado,
lo arrastro hasta el interior de la habitación en donde se
encontraba Nora con el herido. Leo de cuclillas se acerca al oído
del muchacho y le dice:
-
Amiguito, revise toda la planta baja, voy a revisar este piso, este
seria el momento indicado para que me digas si hay alguien mas
escondido, no tengo intenciones de perdonar a quien este oculto.-
-
No, no… no hay nadie… No hay nadie!.-
-
Leoooo!!!...- Se escucho a Javi que gritaba desde la planta
baja.-…Ven rápido!!!.-
-
Mierda!!! y ahora que?.-
-
Oh no!!....- dijo asustada Nora que miraba detrás de la cortina
hacia la calle.-…se acerca una patrulla.-
-
Mierda!!! Mierda!!!... Vamos amiguito, ponte de pie, parece que llego
la hora de que actúes por el bien de quien este escondido.-
-
Ya le dije aquí no hay nadie!.-
-
Eso veremos luego.-
En
la recepción junto a la puerta principal, Javi se encontraba
espiando por la ventana hacia el frente de la casa. Dejando a Bastián
en un de los sillones frente a la chimenea, Leo se acerca junto a su
secuaz, para observar lo ocurrido fuera de la casa.
-
Es la policía?, Nora me dijo que se acercaba una patrulla.- se
apresuro a decir.
-
Así es, se detuvieron allí, y van a golpear en la casa de
enfrente…- afirmo Javi.-…Nos habrán seguido la pista de alguna
forma?.-
-
Primero nos tranquilizamos, esperemos a ver que hacen.- los dos se
agazaparon frente a la pequeña ventana de junto a la puerta, para
observar que sucedía.
La
policía golpeo sus manos antes de entrar a la propiedad del vecino.
Luego de unos minutos la luz del pórtico se encendió y un viejo
salio de la casa llevando consigo un paraguas con el cual se cubría.
Luego de acercarse al portón de la calle, permitió pasar a los
policías, brindándoles el paraguas para que se resguarden de la
incesante lluvia. Luego de un intercambio de palabras el viejo,
señalo claramente la casa de Bastián, con lo cual la policía
observo la casa con detenimiento. Posteriormente el viejo se despidió
y los dos oficiales comenzaron a caminar en dirección a la vieja
casona.
-
Vienen hacia aquí… Mierda!!!.-
Din
dong!!!... Se escucho el timbre de entrada.
Leo
se miró con Javi y ambos se abalanzaron hacia Bastián. Leo saco el
arma, lentamente y tratando de no hacer ruido alguno, cargo una bala
en el disparador, y le apoyo el silenciador en la cien al muchacho.
-
Escúchame, pero escúchame muy atentamente, vas a abrir la puerta de
entrada y te desharás de los polis… y si intentas algo fuera de
lugar voy a matarte, pero no lo voy a hacer de un tiro, te voy a
hacer sufrir tanto que querrás que te dispare, entiendes bien?.-
Javi mientras tanto le desataba los nudos de las muñecas y los
tobillos. Bastián ante la amenaza y observando todo sin ningún tipo
de expresión en su cara, los miro a ambos, y luego de tener las
manos libre, se acomodo los anteojos.
Din
dong!!!... Se escucho nuevamente el timbre de entrada.
-
y como harás eso?... Si cualquiera de ustedes me mata ahora?, quien
abrirá la puerta?.- La cara de Javi se transformo y mordiéndose los
dientes, puso su cara justo enfrente de la cara del muchacho que sin
inmutarse lo esquivo y se puso de pie… frotándose las muñecas
sonrió.
El
corazón de Bastián latía a mil por horas. Aquella situación se le
había plantado en su cerebro, pero no tenia idea de cómo
reaccionarían ante tal respuesta, además sentir el frío metal del
silenciador apoyado en su cien, no le permitía escapar mucho tiempo
de la verdadera realidad. Abrió los ojos lentamente y asintió con
la cabeza, sin decir ninguna palabra. Poniéndose de pié, se
encamino hacia la puerta.
No
tenía idea si su voz sonaría convincente para los policías. Tenía
miedo de lo que aquellos tipos le podrían hacer a él y a Celeste si
la encontraran. Miles de palabras se le cruzaron en la mente, miles
de posibles diálogos que inventar, se formaban en su cabeza. Respiro
profundamente, mirando a Leo y Javi, que agazapados esperaban
escondidos fuera del a recepción. Bastián parándose detrás de la
puerta, tomó el picaporte entre sus manos, y espero a que sonara
nuevamente el timbre…
-
Buenos noches oficiales!.- Bastián asomo medio cuerpo por la puerta.
-
Buenas noches!!!, señor.-
-
Que los trae por aquí a estas horas de la noche?... Cual es el
inconveniente?.-
-
No se si estará al corriente, unos mal vivientes, están huyendo de
la justicia desde el otro condado… el auto en que se trasladaban
fue visto en las inmediaciones de esta localidad… y estamos
averiguando si no vio algo que le pareció extraño esta noche.-
-
La verdad no… he estado concentrado en mi trabajo… pero si
observo algo, se los comunicare de inmediato.-
-
Esta seguro? Su vecino de enfrente se comunico con el 911, y dijo que
escucho ruidos extraños y… él utilizo la palabra flashes, dijo
ver flashes en el interior de su casa.- Dijo el policía, lo miro y
asintió la cabeza esperando alguna reacción de parte de Bastián,
le estaba dando la oportunidad para que haga gestos o alguna señal
de problemas.
-
Debe de ser la tormenta, además él señor García es un viejo
chismoso.- dijo Bastián con un tono ya más débil.
-
Muy bien, cualquier cosa comuníquese con la central… estamos por
esta zona efectuando tareas de rastrillaje… gracias por su
cooperación.-
-
De nada y hasta luego oficiales.-
…El
timbre nunca no alcanzo a sonar cuando Bastián, detrás de la puerta
escucha como por el intercomunicador portátil que llevaban los
policías, se escuchaba hablar claramente a la operadora diciendo:
-
“URGENTE!!!… Unidad 44 repórtense de inmediato, en la
intersección de las calles Jiguagua y Varela, se ha ubicado el auto
de los delincuentes, repito… Unidad 44 repórtese en la
intersección de las calles Jiguagua y Varela”.-
Bastián
temeroso se agacho y observo por el agujero de la cerradura, como los
policías salían corriendo para subirse al patrullero y marcharse.
Corrió la cortina de la delgada ventana que junto a la puerta se
encontraba y los siguió con la miraba, hasta que los perdió de
vista. Leo y Javi respiraron aliviados. Bastían, se secó la
transpiración de la frente con la manga de su suéter.
En
el piso de arriba, Nora podía escuchar los quejidos de Matías
repicando dentro de su cabeza, era como el llanto insoportable de un
bebé ajeno, de aquellos que no paran de chillar. Nora sentada junto
a él, le aplicaba compresas en la cabeza y limpiaba la herida cada
tanto. La pobre mujer completamente fuera de sus cabales, se sentía
impotente ante toda esa situación, y viendo que los paños fríos no
daban ningún resultado para aliviarlo, le quito la vista al herido
comenzando a llorar. Se puso de pie y camino hasta la ventana donde
se asomo, para intentar despejar su mente. Al mismo tiempo que
observaba una patrulla policial marcharse, escucho a Matías
balbucear, como si estuviera hablando con alguien. En ese momento un
frió le invadió todo el cuerpo y un inesperado vaho comenzó a
salir de su boca con cada exhalación de aire que hacia. Un
escalofrió recorrió su espalda y escucho nuevamente la voz débil
de Matías. Sigilosamente giró la cabeza. Ese momento pareció
interminable, finalmente volteó para verlo. Sus ojos no dieron
crédito a lo que estaba mirando. Claramente pudo observar a una
joven y bella mujer, envuelta en una suave luz, sentada sobre la cama
que aparentemente hablaba con Matías. Rápidamente del terror que
experimento, sus pulmones se llenaron vertiginosamente de aire. No
pudo gritar. Giró todo su cuerpo, y levantando el arma quiso
apuntarle, pero el cañón y el silenciador temblaban sin control.
Cuando vio la punta del arma que no podía mantener firme se dio
cuenta que todo su cuerpo se hallaba en una especie de ataque de
espeluznantes convulsiones. Al no poder hacer nada para remediar sus
movimientos erráticos, pudo ver como la joven la miro intensamente a
los ojos. En ese preciso momento, la tormenta descargó un rayo tan
fuerte que la estridencia del trueno, pareció el rugido del mismo
demonio, provocando que el corazón de Nora saltara de su lugar,
queriendo escapar despavorido de su pecho. Latiendo aceleradamente,
sus piernas se doblaron como gelatina, cayendo sentada al suelo
contra la pared. Nora susceptible a todo lo que estaba sucediendo en
su entorno, se encontraba aterrada, tenía la vista perdida en la
joven que se había puesto de pie y comenzaba a caminar hacia ella.
Cuando se encontraba a escasos metros, las luces se apagaron, y la
tormenta pareció detenerse por completo. Había comenzado a sentir
mucho frío. El silencio que prosiguió fue lo que quebró la razón
de Nora.
-
Quien eres tu?... que quieres de mi?...- Dijo tiritando de miedo y
con un hilo de voz lloroso.
La
oscuridad era tan densa que Nora no distinguía nada, tampoco
escuchaba nada. Sus oídos estaban completamente taponados. Su
corazón no soportaría mucho más tanto miedo. El trueno volvió a
rugir y un fuerte resplandor iluminó la habitación, aquella joven
se hallaba a escasos diez centímetros del rostro de Nora. De
rodillas frente a ella, la miraba a los ojos, la iluminación del
rayo volvió a apagarse y la oscuridad envolvió el lugar.
Bastián
se seco la transpiración con el suéter, y al mismo tiempo que una
lluvia torrencial y un rayo muy potente se desataba fuera de la casa,
rugiendo de tal forma que sobresalto a los tres hombres, cortando el
suministro eléctrico inmediatamente. Leo, Javi y Bastián se
encontraba en la puerta de entrada, cuando un fuerte y desgarrador
grito se escucho escaleras arriba.
-
Aaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh!!!.- al mismo tiempo la puerta de entrada
principal se abrió de par en par, entrando el viento y el agua de
lluvia mojando todo lo que se cruzaba. Las hojas de los árboles
entraban a diestra y siniestra envolviendo la casa en un caos total
de sonidos ensordecedores y cosas volando por todos lados. Los rayos
y truenos rugían violentamente desconcertando a los malhechores que
no sabia a que atinar. Leo en su desesperación, grito con todas sus
fuerzas, hasta que un hilo de sangre broto de su boca.
-
Noooraaaaaaa!!!.- y salió corriendo hacia el primero piso. Javi
cubriéndose la vista del agua y la tierra que volaba por los aires,
se detuvo antes de subir el primer escalón, y dándose vuelta le
clava la mirada a Bastián que se había quedado parado.
-
Ni se te ocurra moverte maldito hijo de puta.- Luego rápidamente
alcanzo a Leo.
Al
pisar ambos el primero piso, notaron que el viento no armaba tanto
alboroto allí, ya que todo estaba mucho mas calmado. Inmediatamente
al recobrar la postura, vieron atónitos como una luz, en la
habitación de enfrente a donde se encontraban Nora y Matías, se
apagaba lentamente. Los dos se miraron y pensaron lo mismo. Cargaron
las armas y cubriéndose mutuamente el uno al otro, avanzaron
sigilosamente. Al llegar frente a la habitación, no pudieron ver lo
que había adentro ya que todo estaba oscuro. Leo le hizo una seña a
Javi para que buscara el interruptor de luz, pero justo en ese
momento, ve en el otro extremo del pasillo a Bastián que se hallaba
parado inmóvil. En el momento en que iba a pronunciar una palabra,
la puerta de atrás de donde se encontraban se abrió lentamente,
rechinando de una forma escalofriante.
-
Te dije que te quedaras ahí abajo y quieto.- le dijo Javi a Bastían
al ver que Leo se distrajo con la puerta que se abría. Decidido a
terminar con el muchacho de una vez por todas, estiro su cuello
haciéndolo estralar, para comenzar a caminar hacia él.
Leo
por su parte miró el interior del cuarto. Sus ojos no querían ver
aquello, pero caminó hasta la cama en donde reposaba inmóvil su
hermano. En su rostro no se apreciaban síntomas de dolor. No se le
escuchaba ninguna queja. Lo llamo una vez por su nombre, intentando
no quebrarse. La tormenta afuera se había desatado completamente. A
través de las ventanas, se podían ver las sombras de los árboles
danzando al compás de la lluvia, acompañando a los truenos y
relámpagos que no paraban de hacerse ver y oír. Por segunda vez lo
llamo por su nombre, y al darse cuenta que su hermano había dejado
de existir, se arrojo sobre el cuerpo abrazándolo fuertemente y
ocultando su rostro en el pecho.
-Lo
siento Mati, perdóname hermano, nunca quise que esto terminara así.-
En ese mismo momento, alcanzo a ver algo tirado en el suelo, pero no
le presto atención. Su hermano había dejado de existir y se sentía
terriblemente culpable. Por mas que lo intentó no pudo detener sus
lagrimas que comenzaron a rodar por su curtido rostro. Pensó en como
había comenzado ese día y recordó que Matías le había comentado
que no estaba seguro si era el día correcto para ese trabajo, y
entonces lloró. Queriendo descargar su bronca con algo, despejo su
mente y volvió a aquello que había visto en el suelo. Cuando
levanto la cabeza, para observar mejor, se dio cuenta que Nora yacía
sentada junto a la pared inmóvil, con la cabeza entre las piernas.
La cara de Leo se transformo y dejo a su hermano recostado en la
cama, para luego acercarse lentamente y ponerse de rodillas junto a
ella.
-
Nora?.... Nora estas bien?.- pero ella no respondió. Sujetándole la
cabeza, se la levanto y pudo sentir como su corazón se lleno de
miedo, un escalofrío recorrió su cuerpo al verla con los ojos
abiertos y completamente blancos, en ese momento una imagen grotesca
se le materializó en su cabeza, haciéndole recordar...
“-
Leo, vayámonos de esta casa.- dijo ella con un hilo de voz, pero Leo
no le entendió.
-
Que dices?, no te escucho… Nora voy a acercarme, pero tienes que
bajar el arma.-
-
No te acerques!!!.- grito ella.
-
Dime que paso?, si no me dices no puedo ayudarte.-
-
Es… est… esta dentro de ese cuarto.-…”
Leo
recordó aquellas palabras y con miedo en su estomago le puso de pie,
cargando el arma. Pero en ese momento, escucho un grito desgarrador
que provenía desde el pasillo.
-
Javiiiii!!!!.-
Javi
avanzaba paso a paso, tranquilamente hacia Bastían, jugando con la
punta del arma.
-
Porque no te quedaste donde te dije eh?... dime cuatro ojos, quieres
morir?... te gusta esa idea?... vas a querer nunca haber nacido!!!.-
Decía mientras caminaba hacia Bastían. La luz no había vuelto y
cada tanto algún relámpago iluminaba el pasillo.
El
muchacho se encontraba aun inmóvil. Observaba a Javi acercarse, pero
al parecer no le escuchaba. De su bolsillo tomo el inhalador, y
mirándolo pensó, con todo lo que había pasado, porque no lo había
necesitado, así que se lo puso en la boca y aspiro profundamente. No
noto ningún cambio y entonces lo dejo caer al suelo; éste rodó por
las escaleras. Javi, continuaba avanzando lentamente, diciendo
barbaridades, y un sin fin de puteadas. Bastián, miro al malhechor y
luego a su inhalador que había caído cinco escalones abajo.
Envuelto en un mundo desconocido para todos, Bastián era como si
había olvidado que Javi estaba a pocos centímetros de él
apuntándole con el arma, como si no se diera cuenta de todo el
peligro en el que se encontraba. Javi apoyo el silenciador en la
frente del muchacho, en el preciso momento que un relámpago ilumino
el rostro de Bastián.
-
Te voy a mandar al infierno hijo de puta.- dijo y volviendo la
oscuridad al instante. La bala salio del arma. Pero en la oscuridad
no escucho, caer al suelo, el cuerpo del muchacho. En cambio escucho
como la bala se estrellaba en la pared, al mismo tiempo que la
corriente eléctrica se reestablecía. Javi al mirar el suelo, para
buscar el cuerpo del muchacho, lo ve parado cinco escalones mas
abajo, en la escalera levantando y limpiando un inhalador.
-
Pero que demonios esta pasando aquí???.- dijo al verlo en el medio
de la escalera. Inmediatamente comienza a descender levantando el
arma para disparar nuevamente.
En
el rostro de Bastián se dibujo una sonrisa, algo macabra, mientras
movia su cabeza de arriba abajo, como si dijera “si ven por mi”.
El gesto de furioso en el rostro de Javi cambio repentinamente a
confundido, luego a asombrado y finalmente a sorprendido. Sus
pulmones repentinamente habían dejado de exhalar. Su pecho se
encontraba completamente lleno de aire… aire que iba a necesitar
para poder gritar con toda su garganta y desesperación.
Desde
la habitación en que se encontraba Leo se escucho un grito
desgarrador.
-
Javiiiii!!!!.- Leo salio corriendo de la habitación y alcanzo a ver
como Javi caía rodando por las escaleras. Corriendo comenzó a bajar
rápidamente de a varios escalones a la vez. Cuando por fin llego al
piso de abajo pudo verlo como yacía inmóvil en el suelo, en una
posición completamente imposible. Su mentón se apoyaba en su
tobillo, mientras que en su espalda se podía ver como las vértebras
sobresalían de la piel íntegramente dislocadas y fuera de lugar.
Tenía los ojos abiertos, su expresión era de pánico absoluto.
-
No, no, noooooooo… que mierda esta pasando
aquiiiiiiiiii!!!!!!!!!!!...- grito con todas sus fuerzas.-… donde
mierda estas!?!?!?... sal de donde te encuentres maldito pendejo hijo
de putaaaaaa!!!!.-
-
Él me dijo que me quede aquí.- se escucho decir a Bastián que aun
permanecía cerca de la chimenea. Pero estaba todo oscuro y no se
podía ver si realmente esta allí.
-
Donde estas?!?!?... acércate a mi.- grito Leo.
-
Baja el arma.-
-
No estas en condiciones de darme ordenes!!!!... Nora esta muerta,
Javi también lo esta y mi hermano tambieeeeeeeeeennn!!!!!!!.... sal
de donde estés!!!!!!!!.-
-
Bastián no salgas!!!.- se escucho una voz de mujer.
-
Celeste nooooo!!!!... ve a esconderte!!!.-
-
Quien esta ahí?... maldito!!!, había alguien mas aquí dentro!!!!.-
E inmediatamente un relámpago ilumino todo el lugar. Leo alcanzo a
ver como una figura corría por el pasillo, y comenzó a seguirla
subiendo nuevamente las escaleras. Bastián al darse cuenta de ello,
finalmente salio detrás de las sombras que lo cubrían y corrió
detrás de Leo. Mientras subía las escaleras escucho dos disparos
ahogados por el silenciador y se desesperó.
-
Detenteeee!!!!.- le gritó desde el otro lado del pasillo. Leo se
detuvo en seco y giro para mirarlo.
-
Déjame decirte una cosa amiguito, quien quiera que este dentro de
ese cuarto, no va a vivir por mucho tiempo más…- y mientras se le
acercaba, continuo diciendo.-… primero te voy a meter un balazo,
pero no te voy a matar, todo lo contrario te voy a dejar vivo para
luego arrastrar tu cuerpo hasta aquella habitación y matarla frente
a tus ojos… escuchaste amiguito?.- Bastían había comenzado a
temblar, sentía mucho respeto por aquel gigantesco hombre. Había
buscado durante todo ese tiempo algo que pudiera utilizar para poder
tener alguna chance, pero por más que había buscado, no había
podido dar con ello.
En
cambio en él, su punto débil era Celeste. No quería que nada malo
le ocurriera. Era capaz de cualquier cosa por ella, por estar con
ella, y al escuchar aquellas amenazas, su miedo de fue lentamente
transformando en odio. Sus puños se apretaron tan fuertemente que
sus uñas se clavaron en su propia carne. Sus dientes se apretaron
comenzando a rechinar. Su mirada se intensifico y un esquizofrénico
tic en toda su cabeza comenzó a aparecer, haciendo que ésta de
espasmos y errantes latigazos a cada rato. Su respiración se hizo
mas profunda a medida que Leo se acercaba más y más.
Ese
lugar, se había vuelto un lugar de duelo, como en el viejo oeste
cuando los vaqueros se abatían a sangre fría… pero esta vez solo
uno de ellos portaba un arma… el otro simplemente, odio.
A
escasos metros, Leo levanto su nueve milímetros y al mismo tiempo
que Bastián se lanzó corriendo, comenzó a disparar todas las balas
del cargador. En ese momento, todo se detuvo.
Bastían
en un momento creyó sentir calor en todo su cuerpo, como si se
quemara por dentro. Pero al mismo tiempo se dio cuenta que todas las
bala lo habían atravesado mientras se lanzaba suspendido en el aire.
Entonces se vio a él mismo parado detrás de Leo, observando toda
esa furia, riendo divertidamente. Mas allá se encontraba Celeste
asomada por la puerta, viendo aquel momento, moviendo sus labios
diciéndole algo a Bastían, pero que al estar tan lejos, no podía
escuchar ni entender. Bastían reparo en su enemigo y al encontrarse
casi en contacto con él, sus movimientos se aceleraron, atravesando
el cuerpo de Leo como si no existiese. Leo se sorprendió al ver y
sentir aquello. Sus ojos se desorbitaron de terror, se tocaba el
pecho temeroso y tambaleándose atontado de lo que había sentido.
Miró a su alrededor buscándolo, pero sus movimientos se habían
vuelto torpes en medio de aquella oscuridad. Sin entender que estaba
sucediendo, pensó “como pude haber errado todos los disparos?”,
entonces con el pulgar soltó el seguro del cargador, dejándolo caer
al suelo, del bolsillo trasero de su pantalón tomó un segundo
cargador lleno, y lo insertó en la culata del arma, cargado un
casquillo de bala en el disparador.
-
Donde estas maldito!!!... - dijo mientras disparo una vez a ningún
lado.-… voy a matar a tu chica!!!! Escuchaste maldito???.- disparo
un segundo tiro, que dio en la pared, cerca del rostro de Bastián
que se hallaba escondido detrás de unos de los sillones en el
descanso. Con cada disparo un segundo de luz, permitía orientarse a
Leo, quien demostraba con cada paso que daba hacia delante, que su
cerebro le estaba jugando una mala pasada. Sin darse cuenta paso al
lado de Bastián, que al verlo pasar a su lado se puso de pie, y
comenzó a caminar lentamente siguiendo sus pasos.
-
Estoy cerca de ella!!!... desde aquí puedo oler su perfume
maldito!!!!... le voy a meter una bala en el medio de los ojos!!!! Y
me voy a reír en tu cara hijo de puta!!!!.- decía mientras seguía
haciendo disparos a cualquier lado avanzando lentamente. La tormenta
afuera resonaba en toda la casa, con cada trueno y relámpago que se
escuchaba e iluminaba aquel tétrico pasillo, habían vuelto a Leo
muy susceptible a cualquier ruido que se escuchara, haciendo que
girara frenético hacia un lado u otro. Estaba desorientado, sentía
un fuerte dolor en el pecho, pero era porque había comenzado a
respirar rápidamente sin detenerse cada vez más y más rápido. Sus
nervios no estaban ayudándole tenia las manos temblorosas y sus
piernas no le sujetaban todo el cuerpo, era como si por momentos se
moviera apoyándose por las paredes. En cada disparo, con el fogueo
de luz que iluminaba el lugar, se podía ver su rostro completamente
aturdido y desesperado.
Bastián
caminaba lentamente detrás de él, era como si Leo no pudiera verlo,
pero estaba allí. Bastián podía sentir su miedo, lo olía en el
aire. Estaba disfrutando ese momento, se estaba vengando por todo
aquello que le habían hecho pasar a él y Celeste esa noche, había
encontrado finalmente lo que buscaba. Estaba ahí, solo tenia que
tomarlo.
-Tienes
miedo verdad?.- Dijo Bastián, y al mismo tiempo, girando rápidamente
en dirección de la voz Leo descargo todo el cargador gritando
aterrado. Cuando finalmente la última bala salio del arma, continuo
gatillando una y otra vez sin dejar de hacerlo por varios minutos.
De
la habitación, donde estaba escondida Celeste, comenzó a iluminarse
lentamente, alumbrando parte del pasillo. Era una calida luz blanca.
El corazón de Leo comenzó a bombear mucha mas sangre de lo normal.
Uno de sus ventrículos fallo al no poder seguir con ese ritmo tan
vertiginoso y todo se detuvo abruptamente. Leo retrocedió al ver el
rostro de Bastían muy cerca de él.
-
Tienes miedo?.- le pregunto una vez mas.
Pero
de la garganta de Leo ya no podía salir ninguna palabra. No tenia
aire con que formar las palabras desde sus cuerdas vocales. Había
comenzado a tener un infarto y su cuerpo convulsionaba de terror. Sus
ojos se habían abierto y comenzaron a salirse de sus cuencas. De la
habitación se manifestó una joven mujer, que al mismo momento de
pisar el pasillo, la luz de la habitación no la acompaño y
lentamente comenzó a desvanecerse dejando todo nuevamente a oscuras.
-
Tienes miedo?.- Se escucho una voz femenina preguntar desde la
oscuridad. Los ojos de Leo miraron en todas direcciones hacia la
oscuridad. En ese momento un relámpago ilumino el lugar, y desde lo
profundo del pasillo dos rostros diabólicos surgieron, gritando al
mismo tiempo lanzándose sobre el cuerpo de Leo, que no opuso
resistencia, empujándolo a través de la ventana. El cuerpo sin vida
lo detuvo el suelo, escuchándose un golpe seco de huesos rotos.
-
Dime… Bastián tienes miedo?.-
-
No… no mientras este juntos.-
Ella
sonrió y juntos tomados de la mano se alejaron de la ventana,
desvaneciéndose en el pasillo.
Al
día siguiente…
Un
camión de transporte de carga, aparco en enfrente de la librería.
El lugar estaba rodeado de algunos curiosos y también, estacionados
en forma desordenada, se encontraban dos autos patrulla, una
ambulancia y una pequeña camioneta de los bomberos. El chofer
atónito, por extraño de la escena bajo del camión tomando una
pequeña caja, que estaba acomodada en el asiento del acompañante.
Al bajar y hacerse paso entre la gente, observo como la vidriera de
la librería tenia varios agujeros de bala, al igual que la puerta de
entrada. Al mismo tiempo, desde afuera observo a dos médicos y
varios oficiales de policía que estaban dentro. Dos de los oficiales
hablaban con la señora Mailing, que estaba muy desconsolada
aparentemente por los destrozos. Preocupado Rómulo, el chofer, se
acerco a uno de los oficiales.
-
Disculpe, tengo un paquete para la señora Mailing.-
-
De que se trata?.-
-
Contiene libros señor.-
-
Déme yo se los entregare.-
-
De acuerdo, podría hacerme firmar el remito por favor?.- el oficial
lo miro de mala manera.
-
Solo soy un empleando señor.- dijo Rómulo queriendo disculparse.
El
chofer observo como el oficial se acercaba a la señora Mailing que
acongojaba observo de quien provenía el paquete, y dándose cuenta
que se trataba de Rómulo, dejo el paquete detrás del mostrador y
pidió disculpas a los oficiales, para acercarse hasta la puerta de
entrada.
-
Rómulo!... – dijo soltando un llanto desconsolado al salir a la
acera.-... es Bastián!, es Bastián!, lo mataron anoche aquí!!!.-
-
Pero como?... como puede ser posible eso!!!.- Completamente
desconsolada y llorando la señora Mailing le explico lo que le había
dicho los oficiales de policía.
-
Anoche unos delincuentes en auto se tirotearon con policías...
varios disparos dieron en el negocio, en la vidriera, donde estaba
Bastian acomodando unos libros… una bala le pego en la
cabezaaaaaa!!!.- dijo afligida.
-
Oh no!!!... no puede ser?... pobre Bastian!.-
-
Fue mi culpa Rómulo!!! Fue mi culpa!!!, yo le permití que se
quedara aquí en la librería fuera de horario!!!.-
La
señora mailing completamente desconsolada soltó un llanto
angustiado, pero luego sus piernas se doblaron cayendo desmayada en
los brazos de Rómulo que la sujeto antes de caer. Uno de los
paramédicos que estaban dentro del negocio vio lo que había
sucedido, y fue inmediatamente a prestarle atención médica.
-
Que haces?... No, no... ven aquí no hagas eso!... no se puede.-
-
Es que di mi palabra.-
-
Vos no cambias más.- dijo Celeste con una sonrisa plena de felicidad
en su delicado rostro.
Bastian
y Celeste caminaron entre los oficiales y los paramédicos hasta
detrás del mostrador. Uno de ellos atravesó el cuerpo de Bastian y
éste se sorprendió, quedándose quieto instantáneamente sintiendo
una sensación algo desagradable que plasmo en su rostro con una
mueca.
-
Je je!, Ya te acostumbraras.- rió divertidamente ella.
-
Es una sensación terriblemente extraña!... Ahora entiendo, es por
eso que no dejabas que te toque?.- Dijo él recordando los momentos
en que intento acariciarle. Ella asentó con la cabeza sonriendo.
Procurando
que nadie observara el movimiento solitario de la caja, Bastian la
tomo entre sus manos y lentamente la deposito en el suelo, allí
fuera de la vista de todos, la abrió y tomo un libro.
-
Para que quieres ese libro?.- pregunto Celeste.
Salieron
del negocio y caminando por las calles del pueblo, llegaron al frente
de una casa no muy lejos del centro.
-
Quien vive aquí?.-
-
Es la señora Berdú...- Contesto Bastian.-...es que le prometí que
en cuanto llegue su novela, se la traería.- y dejando el libro en
una mecedora junto a la puerta, tocó el timbre.
La
puerta se abrió, pero la señora Berdú no vio a nadie, no había
nadie en toda la cuadra. Sin embargo reparo en el libro que se
encontraba sobre su silla favorita, sonriendo dichosa lo tomó y
sentándose comenzó a leerlo inmediatamente. En el rostro de Bastián
se dibujo una sonrisa de satisfacción al poder cumplir con su
palabra.
Juntos
se alejaron de ahí caminando por las calles. El día era agradable y
se podía percibir como iba a ir mejorando en el transcurso de la
mañana. A lo lejos se podía apreciar como la tormenta se alejaba
del pueblo, permitiendo escuchar nuevamente el canto de los pájaros,
que esa mañana parecían mas alborotados que de costumbre.
La
caminata, tranquila y relajada los llevo nuevamente al centro del
pueblo, en donde lentamente, a pesar de los incidentes de la
madrugada, todo volvía a la normalidad. Los negocios abrían sus
puertas, los vehículos circulaban por las calles, los niños andaban
en bicicleta, las parejas salían a caminar, el colectivo de la
comuna circulaba trayendo a los campesinos a vender sus productos.
Mientras
caminaban por la acera, en la vereda de enfrente, Bastian y Celeste
observaron a cuatro personas que los miraban pasmados. Leo, Javi,
Nora y Matías, se les notaba, al juzgar sus rostros, que no
entendían los que les estaban pasando. Los cuatros siguieron con la
mirada a la pareja, pero no hicieron nada, simplemente se quedaron
ahí, temerosos de los peatones, que sin ver, ni notar su presencia,
los atravesaban una y otra vez.
-
Que vamos a hacer ahora?.- pregunto Celeste mientras se alejaban de
allí.
-
Estar juntos... por siempre.- dijo Bastian lleno de felicidad.
-
Me encanta esa idea.- respondió ella.
Y
tomándose de la mano, caminaron por las calles sin ningún destino.
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