Saltando a ese Lugar

No se que paso por mi cabeza en ese momento, solo mire hacia el horizonte. Quizás, no lo se, pensé que podría llegar, aunque sabia que era imposible.
La ciudad era vasta, edificios enormes que desparramados se dejaba ver, de lejos como una gran capital que no era, ni llegaría a ser. Sucia, abandonada y vieja, lugar poco agradable para vivir, solo desde ahí arriba uno podía engañarse y pensar lo contrario.
El cielo estaba completamente despejado. El azul era tan puro que parecía que podía tocarlo con la mano. A lo lejos alcanzaba apenas a ver el río como cruzaba por entre las dos ciudades. Aquella otra capital… ¿Como se llamaba? Que curioso, nunca recuerdo su nombre.
Caminando lentamente por la cornisa, eché un último vistazo al barrio y lo demás. Mientras lo hacia mirando hacia abajo, pude ver como una persona me miro extrañado. Lo salude, y quizás ahí se dio cuenta. Casi instantáneamente muy asustado salió disparado, tal vez a buscar ayuda, pero la verdad que no me preocupe y seguí con pasos seguros sin mirar por donde iba. Luego de completar la vuelta, me situé otra vez frente al río, que lejos, lejos me llamaba con una voz que no era tal, pero que en mi cabeza parecía serlo. Una suave voz femenina, que me seducía, y armoniosamente me atraía, erizando y excitando todo mi cuerpo.
Empecé a retroceder con pasos lentos, para poder tomar carrera, tratando de calcular la distancia que debería alcanzar para poder saltar. Pero imprevistamente me tope con el borde opuesto, y comprendí que los metros de la azotea no iban a alcanzar, así que simplemente me prepare. Con un pie mas adelantado que el otro y balanceándome de adelante hacia atrás, intenté concentrarme para poder lograr lo imposible, saltar y llegar hasta la playa de aquel río.
Focalicé mi meta, mis ojos solo veían la arena dorada, y cuando comencé a correr con todas mis fuerzas, la sirena de un auto patrulla me desconcentró improvista e inesperadamente, haciéndome tropezar con quien sabe que. Torpemente rodé hasta dar con el reborde de la cornisa, y desesperado me agarre de unos cables que aparecieron en frente mío, al mismo tiempo que de costado fui a dar, de la cintura para abajo, al vacío. Mi corazón salto de su lugar y latió aceleradamente en mi garganta.
Parecía que se habían agrupado algunas personas en la calle porque pude escuchar, en medio de todos mis esfuerzos para no caer, varios gritos de desesperación. A lo lejos comencé a escuchar el sonido de más sirenas, aullando como si alguien estuviese en problemas. “El problema lo tengo yo, porque no vienen a ayudarme”, pensé y quise gritar “auxilio”, pero mi corazón en la garganta me lo impedía.
Después de una lucha intensa con el cable, que no me dejaba treparme, logre poner todo mi cuerpo en el piso de esa azotea recalentada por el sol.
- ¡¡¡Maldición!!! Por poco y no lo logro.-
En ese momento irrumpió en el lugar tres bomberos y dos policías, que desesperadamente intentaron agarrarme. Asustado por todo ese ajetreo, comencé a alejarme de ellos, arrastrándome de espaldas por el piso tan rápido como podía, hasta que en un determinado instante, todos se quedaron mirando sin hacer movimiento alguno. Entonces me puse de pie, y puede darme cuenta que me encontraba parado por sobre la cornisa. Me había arrastrado hasta subirme a ella.
Mareado y como si pisara una cáscara de banana resbale cayendo torpemente, pero por fortuna hacia delante. Todos quisieron acercarse, pero con la mano le hice seña de que no se movieran. Ese momento pareció una eternidad, podía ver cada rostro, cada expresión de cada una de las personas que allí estaban detenidas. Y de repente, de toda esa imagen fotográfica, apareció un ángel... Era un ángel vestido de azul. Una hermosa oficial de piel y cabellos claros. Lentamente se acerco y quede hipnotizado. Parecía que se acercaba volando porque sus movimientos eran lentos y muy suaves.
- Todo va a estar muy bien.- dijo, y allí me desperté.
- No te acerques...- le pedí bajando de la cornisa.-... Necesito a todos fuera de la azotea, todos.- Comenzaron a retroceder, pero ella no se había movido.
- ¿Puedo quedarme?- pregunto con una voz suave y dulce. Petición que no pude rechazar.
A pesar de que los demás me obedecieron, estaba molesto y fastidiado. Me senté en la saliente, momento en el cual escuche como ella retenía el aire.
- ¿Porque están todos aquí?- le pregunte molesto, contemplando aquel desastre. Gente por aquí y por allá, corriendo de un lugar a otro. Auto patrullas, ambulancias, bomberos y cámaras de televisión. No faltaba nadie.
- Lo que sucede es que están preocupados, no quieren que nada malo te pase... Mi nombre es Lisa ¿Y el tuyo?- La mire de reojo, como no queriendo la cosa. Es muy bonita, pensaba, luego le conteste.
- ¿Mi nombre? Yo solo quiero saber ¿Como saben ellos, que me va a pasar algo malo? Si yo no estoy haciendo nada.- Ella comenzó a hablarme de no se que, la verdad que no la escuchaba, solo me limitaba a mover la cabeza de arriba abajo, a todo lo que me decía.
Como si paseara por la azotea, volví al mismo lugar donde me había alistado a saltar, para concentrarme y tratar de ver nuevamente mi objetivo. Ella me siguió, acomodándose cerca de mí.
- No te me acerques, solo te deje estar porque... mira... solo no te acerques, quédate por allí...- señale unas cajas a un par de metros.-... Y no quiero que te pares delante mío.- obedeció y de allí siguió hablando. Yo la mire y pensé, es tan bonita, lastima que no para de hablar.
El río estaba frente a mi, un brisa corrió por unos segundos refrescando el aire que caliente impedía respirar cómodamente. Nuevamente comencé a balancearme, poco a poco los sonidos cesaron ya no escuchaba nada, ni voces, ni viento, el silencio me invadió lentamente llevándose todo. En cámara lenta veía mis movimientos, al igual que los labios de Lisa que no emitían ningún sonido, sin embargo sabía que me hablaba. Inicie mi carrera, eran unos treinta y cinco metros aproximadamente. La joven oficial grito en silencio, mientras me observaba correr a toda velocidad hacia ese lugar en donde nos habíamos presentado.
La sangre recorría mis venas a toda velocidad. Sentía como mi cuerpo se aceleraba con cada paso que daba. El borde se aproximaba rápidamente hasta que estuve allí...

...Todo avanzo mucho mas lento que antes, mi ultimo paso lo di con la pierna derecha. La izquierda se encontraba totalmente estirada hacia delante. Mis brazos se estiraron junto con mi cuello y todo lo demás. En mi abdomen, mis intestinos se juntaron haciendo fuerza para llevarme hacia arriba, y sostenerme. El dolor fue intenso y un calambre comenzó a formarse. Lentamente me eleve más y más, más y más alto en cada segundo que pasaba. Estire mis brazos delante de mí, y me sostuve con ellos impulsándome hacia delante. La brisa golpeaba suavemente mis cabellos que bailan graciosamente con el impulso. El calor pareció disolverse allí en las alturas, y la frescura misma del aire me tranquilizo, dejándome flotar en una total y plena serenidad.
Tranquilo, emocionado, lleno de esa paz que me rodeaba, gire mi cabeza mirando por sobre mi hombro. Atrás quedaron Lisa, y toda esa locura de gente, que se preguntaba ¡¿Como es posible?! Sonreí al imaginarme como se verían sus caras viéndome partir de esa manera. Pero ya estaba lejos de todo eso, ahora había logrado lo que necesitaba... Escapar.

Al principio en la azotea, mientras me concentraba, imaginaba lo difícil que seria maniobrar en el aire. Sin embargo, ahora que me encontraba en pleno vuelo, me di cuenta que todo estaba, y giraba en torno a los estiramientos y movimientos de los brazos. Con ellos si quería bajar, cosa que no me anime mucho, solo tenia que inclinar unos milímetros hacia abajo los puños. Si quería doblar, pues solo giraba hacia un lado u otro. Y si quería aumentar velocidad, debía estirarme hacia delante.
Desde la ciudad la gente se sorprendía de lo que ocurría. Los hombres no daban crédito a lo que observaban. Algunas mujeres se desmayaban, otras gritaban; y los niños, con su inocencia me acompañaban corriendo algunos metros saludando sin parar. De los edificios, la gente salía al balcón o se apoyaba en los ventanales. Podía ver claramente en sus rostros el asombro, que no les permitía saber si soñaban o no. Por dentro, me sentía entusiasmado y feliz. Mi ego aumentaba más y más, sin embargo por fuera demostraba indiferencia, como si el volar fuese habitual.
Entonces allí estaba, surcando los cielos de esa ciudad, esquivando edificios y aves. Maniobrando por momentos de manera torpe y graciosa, pero al mismo tiempo aprendiendo rápidamente, hasta que a lo lejos una extraña voz comenzó a pronunciar mi nombre una y otra vez, pero en mi cabeza, solo en mi cabeza.
Seguí avanzando casi en línea recta, esquivando solo lo necesario, para no tener ningún accidente, cuando sin darme cuenta llegue al edificio de ella. Para ser sincero, tenia miedo de lo que estaba haciendo, muy convencido no estaba, aun así, lentamente rodee el edificio en busca de su departamento. Luego de la primera vuelta, no fue necesario buscar más. Allí estaba sentada en el balcón, acompañada de otra joven. La amiga que en ese momento bebía algo, al verme, derramo todo el líquido en sus ropas para echarse a correr espantada. Valeria me quedo mirando, sus lagrimas brotaron de sus ojos y rodaron por sus mejillas. Quizás entendió lo que pasaba, por eso llevo su mano a la boca, y dejo un beso que soplo suavemente hacia mi.
- Adiós.- dijo con una voz apenas audible.
- Te amo.- le dije sin voz, mirándola tiernamente. Hice un giro completo sin despegar mis ojos de ella, y seguí.
El nudo en mi estomago, creció mientras me alejaba. Sabía, que esto no tenia vuelta atrás y que ahora nada podía impedir aquello que aun yo no entendía.

El paisaje se tornaba verde, lejos quedo el gris del concreto. Los árboles, los insectos y los ruidos de animales extraños aparecieron de un momento a otro, haciendo que aquel nudo subiera ahora hasta mi garganta, que ya estaba siendo ocupado por mi corazón que latía velozmente.
Eran unos pocos metros los que me separaban de mi destino. A medida que más me acercaba, mis interrogantes fueron creciendo provocándome un fuerte dolor de cabeza. Estaba cansado y comencé a respirar por la boca, con tanta mala suerte que un insecto se escabullo entre mis diente, llegando asquerosamente a mi garganta. La tos y la repugnancia me desconcertaron, y sin darme cuenta comencé a perder altura.
El porrazo que me di en la arena, me dejaron atontado y escupiendo arena unos segundos. Aun así me incorpore, y sacudiendo mis ropas finalmente contemple el lugar, que por la caída y el golpe, se movía ondulantemente.
La paz de ese lugar me llamo la atención. La serenidad era eterna y el agua cristalina dejaba ver su vida en los peces que allí habitaban. La brisa suave movía las copas de los árboles tan suavemente que calmaría a cualquier fiera, comprendí que era eso lo que me llamaba. Aquella voz tan dulce y sensual que pronunciaba mi nombre, bailaba a un ritmo místico, por un momento supe quien era.
Camine recorriendo hacia aquello, me encontraba ahora sin preocupaciones. Todo era distinto, parecía que en aquel lugar no existía nadie, excepto yo y los animales que por allí deambulaban.
Me acerque a la orilla del río. Así tan clara, podía ver las nubes que se reflejaban en ella, parecía que estaban allí, bajo el agua. Intente enfocar mi vista para ver mi rostro, pero en ese momento un extraño animal, que se había acercado sin darme cuenta, comenzó a beber del río provocando que el agua estalle en un sin fin de ondas. No se si me asuste o me sorprendió, pero salte hacia atrás cayendo sentado al verlo. Nunca había visto algo igual. Bebió tranquilamente mientras lo observaba. Su pelaje era extraño, su color y forma también. Volteo lentamente mientras su lengua recorría su hocico y como en cámara lenta me observo.
Mi piel se erizó instantáneamente al ver sus ojos. Eran negros y profundos, fue como entrar en trance, y en ese momento caí en un viaje sin sentido recorriendo cada paso dado en la azotea, la mirada de aquella oficial, en mi salto, la gente que me acompaño, Valeria y su adiós, todo en solo unos segundos...

...pero luego el sol, al igual que las nubes, comenzaron a moverse velozmente y a surcar los cielos a pasos agigantados. La noche caída y comenzaba a reinar rápidamente. A dominar y cubrir con su oscuridad aquel paraíso. Los sonidos, de aquella armonía pasaron a ser dolorosos, irritantes y malévolos.
A mi alrededor, todo pareció llenarse de un fétido hedor, que me provoco una repulsión que nunca había experimentado. Un sinfín de risas y carcajadas se escucharon. Aquella voz que me llamaba, se presento oscuramente en una bellísima y extraña mujer, que acercándose hasta donde había caído, comenzó a acariciar todo mi cuerpo. Su piel, sus manos y su lengua hurgaron bajo mis ropas que con furia lujuriosa las arranco súbitamente. Al apreciar esa furia quise retroceder, pero sus manos rápidamente tomaron esa parte de mi cuerpo. Hipnotizado por su belleza cerré mis ojos, y pude sentir como la llevaba a su boca para comenzar a tomarlo de arriba abajo, una y otra vez a ritmo cada vez más excitante y perverso.
No podía creer lo que me estaba pasando, al comienzo fue agradable pero mientras más continuaba, esa sensación se transformo en algo totalmente desagradable y repulsivo. Mire entonces que sucedía y mi corazón pareció detenerse al ver a esa mujer que ya no era... ¿¡Como es posible!? ¡¡¡Ese animal!!! Pensé al mismo tiempo que me salí totalmente aterrado, gritando y pidiendo auxilio.
Comencé a sentir un fuerte dolor en el pecho, me asfixiaba. Mi garganta se llenada de un liquido espeso, que dulcemente me colmaba. Mis ojos se cerraban, y por mas que luchara, no lograba mantenerlos abiertos... Pausadamente comencé a sentir como me alejaba de ese lugar. Era una sensación de vértigo y mareo.
- Ya estas muerto.- Escuche claramente en mi cabeza.
Una imagen espectral de aquella mujer, se abalanzó frente a mí sin que pudiera reaccionar, e introduciéndose en mi cabeza, me enseño la verdad...

...allí yacía yo, tirado en la acera frente al edificio, sobre un mar de sangre... de mi sangre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario