Locura de Alcohol

Abrió la puerta de entrada. Estaba todo a oscuras. Junto a la puerta, se hallaba el interruptor de luz, que acciono cuando estuvo dentro. Cerro la puerta y arrojo las llaves sobre la mesa del comedor. Se lo notaba cansado, y de mal humor. Seguramente, no había sido un buen día en el trabajo, y solo quería relajarse.
- ¿Marcia?.- pregunto en voz alta, pero nadie respondió.
Su departamento era muy amplio. Contaba con un espacioso living comedor, lleno de mesas decorativas, bibliotecas, lámparas de pie, ornamentos, adornos y artículos de colección. A la derecha, estaba la cocina. Moderna y bien iluminada, contaba una barra a modo de desayunador, que daba al comedor. Del otro lado, el acceso a los dormitorios, uno en planta baja y otro en primer piso. Por un breve pasillo, se llegaba al baño, que era grande y extrañamente decorado. Del living comedor, a través de una gran puerta ventana, se pasaba al balcón, que conectaba también a uno de los dormitorios.
Se quito el saco y lo arrojo sobre el sillón. Caminando con desgano, llegó a la cocina para revisar la heladera. Dentro habían dos naranjas, una bandejita plástica con algunas frutillas, un pote de manteca de maní, un frasco de ketchup, una botella sin abrir de vodka, otra de tequila, y una cajita feliz. Miró el interior de la cajita y vio una hamburguesa chorreada de aderezo, a medio comer; adentro también se encontraba el ticket, con fecha de cuatro días antes. Con la caja en la mano, se apoyo en la mesada, y sin pensarlo dos veces, dio un mordisco a la hamburguesa. El gesto en su cara denotó asco, sin embargo la devoró en solo tres bocados. Limpiando el aderezo de sus dedos en la camisa, arrojó la caja al bote de basura. Respirando satisfecho, se encamino al balcón, pero se detuvo. Titubeo unos segundos, y luego del interior de la heladera, tomo la botella de vodka.
La vista desde el balcón era mediocre. Faltaban al menos dos horas para que oscurezca, y aun así el sol se encontraba detrás del enorme edificio de enfrente, ocultando todo rayo luz. A unos cien metros, a la derecha, se podía apreciar algo de la plaza. Y a la izquierda, la autopista. La brisa corría suave y fresca. Apoyo la botella en la mesita, y sentado en la reposera, se estiro quitándose la fiaca.
Cerró sus ojos y bebió de la botella, un gran sorbo de esa bebida cristalina. Solo en ese momento, sintió como el alma le volvía al cuerpo. Saboreo cada gota que recorría su boca. Y con cada gota, que bajó por su garganta, experimentó una sensación de serenidad y relajación. Su respiración se había aplacado, y parecía estar en trance.
Con una leve sonrisa, lentamente abrió sus ojos. Respiro profundamente y observó que la noche había caído completamente. Miró sorprendido, desde el balcón, hacia todos lados y notó que debían ser más de las diez de la noche. El reloj, que llevaba en la muñeca, confirmó su sospecha... Se había dormido?, la botella estaba vacía, al parecer la bebió toda sin inconveniente. Pero no recordaba nada.
En el cielo nocturno, paulatinamente se acercaban cubriendo todo, unos dantescos nubarrones negros, que presagiaban la llegada de una tormenta. La brisa fría corría, más fuerte y veloz, por entre los edificios, helando el ambiente de forma repentina.
- Que frío que esta haciendo, me voy a poner algo mas abrigado.- dijo y se puso de pie rápidamente.
En ese momento, un súbito mareo le revolvió el estomago, pareció que un temblor se había desatado en esa zona. Todo le daba vueltas, y sus piernas no podían mantenerlo en pie. Se aferro fuertemente a la baranda, y sin dominar sus movimientos, el mareo lo llevo a asomarse peligrosamente hacia el vacío. Sin embargo sus rodillas se aflojaron, doblándose justo a tiempo, para llevar su cuerpo al suelo del balcón.
- ¡Aja!... ¡otra vez borracho!.- escucho una voz, que provenía desde el interior del departamento.
- ¡No te metas!, yo estoy bien.- dijo enojado, casi balbuceando.
- ¡Pero ni puedes mantenerte en pié!... ya me canse de todo esto.-
- ¡No puedes decirme eso!... espera que me levante y hablaremos.-
- ¿¡Hablar!?, pero ¿de que quieres hablar?... tu no tienes remedio.-
- ¡Marcia!... necesito tu ayuda, no puedo ponerme en pie.-
Detrás de la cortina, el perfil de Marcia se asomó. Lo miraba con resentimiento, y al juzgar por su mirada rencorosa, no era la primera vez que ocurría algo así.
- Marcia amor, ayúdame por favor.-
- No Lucas, ya es demasiado, ya soporte mucho tiempo tu manera de aislarte de este mundo, y no es justo.-
- Solo necesito levantarme.-
- Adiós.-
- ¡¡Marcia!!!, ¡no te vallas Marcia!... por favor no te vallas.- las lagrimas de Lucas cayeron al frío suelo.
Una y otra vez la llamó por su nombre, pero ella no respondió. Afligido y abatido, intuía que ese momento llegaría tarde o temprano, pero no comprendía porque no le daban otra oportunidad. En su cabeza, miles de cosas golpearon su dignidad. Sentía una vez más, que lo había arruinado todo.
Hace un año atrás, no recordaba de qué forma y en que circunstancia, la bebida lo había llevado al abandono. Aislándose constantemente detrás de una botella de alcohol, paulatinamente sus seres queridos y todos sus amigos, fueron alejándose. Las salidas nocturnas, las mujeres por horas, las malas juntas, se habían llevado su personalidad altruista, para transformarlo en alguien completamente diferente y autoritario. El mal carácter y su manera de desenvolverse, bajo la influencia del alcohol, hacían de Lucas una persona necia e intolerante. Las peleas sin motivo, formaban parte de su vida diaria, como así también las entradas a la comisaría y las noches dentro de la celda de turno. Un mundo que antes era desconocido, ahora lo poseía y lo dominaba... y no lo dejaba alejarse.

Tambaleándose, se afirmo fuerte de la baranda. Luego de varios intentos, con dificultad, logró ponerse de pie. Aun todo le daba vueltas. Su garganta, seca y sedienta, le pedía a gritos algo de líquido. Sus extremidades adormecidas, le hacia caminar graciosamente. Al llegar a la cocina, tomó de la heladera la botella de tequila.
- que se valla todo al carajo.- dijo para luego empinar la botella y saciar su sed.
Mientras ese aguardiente recorría su garganta, en su rostro se apreciaba el deleite que experimentaba. En su pecho, se notaba como la respiración iba apaciguándose, calmándose a cada trago. Las facciones de su cara, aun con los ojos cerrados, denotaban un regodeo placentero, que no lograba experimentar con alguna otra cosa.
Ensimismado en su mundo, degustando su preciada bebida, súbitamente se ahogo regurgitando parte de lo que tenia en la boca, al escuchar estruendosamente a alguien golpear la puerta de entrada. Babado en alcohol, puteo grotescamente sin medir sus palabras, al notar como sus ropas absorbían el tequila. Mientras caminaba hacia la puerta, las olía intensamente, una y otra vez.
Al llegar a la puerta, ésta se abrió abruptamente, ingresando descontroladamente una furiosa corriente de aire, que tumbó a Lucas aparatosamente. Papeles, polvillo, y todo lo que el viento acaparó, volaba violento en todo el ambiente. Cayeron rompiéndose en el suelo cuadros, adornos, cortinas. El suministro eléctrico se interrumpió, con violentos chispazos. Y tan súbitamente, como ese descontrol había empezado… todo volvió a la calma.
En ese momento, en que todo quedo en silencio, de la cocina escucho como un plato se estrellaba en el suelo. El ruido lo sobresalto, pero no fue nada en comparación con lo que siguió. Por la puerta principal abierta, comenzó a escucharse un zumbido espeluznante, que erizaba la piel. Con cada segundo que pasaba se hacia mas fuerte, y mas constante, entonces inesperadamente, Lucas vio como millones de moscas irrumpían en su departamento. Un grito escalofriante salió de su garganta, al verse envuelto en un enjambre de moscas, que revoloteaban sobre todo su cuerpo. El miedo lo invadía, transformando su rostro alcoholizado. Dando manotazos a diestra y siniestra, fue retirándose hacia atrás, pretendiendo alejándose de esa inmundicia. Completamente fuera de sí, y retrocediendo sin mirar, su espalda golpeo con la pared, en el preciso momento en que, inexplicablemente la luz eléctrica se reestableció, dejando ver el living en completa tranquilidad.
- ¿Te encuentras bien?... ¿que sucedió?.- dijo una voz que Lucas no reconoció.
Con la mirada perdida, buscó en todo el lugar la procedencia de esa voz, pero no logro dar con ella. Asustado por esa situación, tratando de huir, continuó moviendo sus pies, como si quisiera empujar la pared en la que se encontraba recostado. En esos movimientos involuntarios, su mano sin querer, tanteó la botella de tequila que había soltado cuando la puerta se abrió.
- ¿Lucas?... ¿que sucede?.- sus manos temblaban, y del sorbo de tequila que pretendió dar, solo unas pocas gotas cayeron dentro de su boca.
- Quien, ¿quien esta ahí?.-
- Soy yo Lucas… tranquilízate por favor.-
- ¿Quien eres?... no te veo.-
- ¿Cómo que no me ves?.-
- No te veo.- repitió Lucas, y bebió descontroladamente de la botella de tequila.
- Estas bebiendo nuevamente.-
- No puedo, es más fuerte que yo.-
- Pero ¿no te das cuenta?... no te das cuenta, que todo esta cada vez peor contigo.-
- ¿Dónde estas?.-
Las luces parpadearon varias veces. La tensión bajo peligrosamente, haciendo que las bombillas, iluminaran todo con una luz anaranjada. Parecían que estaban a punto de quemarse. Inesperadamente, escucho un escalofriante grito y desde la calle, un chirrido de neumáticos patinar en el asfalto que lo sobresaltaron. Seguidamente un estruendoso ruido a chapas despedazarse, hicieron que Lucas se pusiera de pié rápidamente.
- ¡¡¡Pero que demonios fue eso!!!.- inmediatamente después, las luces se apagaron con un fuerte chispazo.
Asustado por lo que le estaba pasando, se quedo inmóvil donde se encontraba. Expectante aguardo apoyado en la pared, a que sus pupilas se acostumbraban a la oscuridad, cuando en ese instante, sintió una pequeña mano helada, que se posaba en su mejilla. Una sensación desagradable, despertó y alteró todos sus sentidos, ante aquella manifestación. Con un grito asfixiado de pavor, retrocedió torpemente sin reconocer donde se encontraba, tirando al suelo una mesita con una bandeja de plata, y unos adornos del mismo material, que se hallaban acomodados junto al pasillo del baño. El escándalo fue tan grande, que el vecino de junto, golpeó violentamente las paredes, gritando que dejara de hacer ruido. Pero ante el terror que estaba experimentando, aquello paso desapercibido en su cabeza. Se sentía aturdido y manipulado. Bebiendo de la botella, un gran trago de tequila, pregunto con temor.
- Quien… ¿¡quien anda ahí!?.-
- ¿Ya no me quieres?.-
- ¿Marcia?... ¿Marcia eres tu?.- dijo desesperado, al mismo tiempo que sus pupilas percibían algunas sombras delante suyo.
Estiro sus brazos hacia delante, sin soltar la botella, y entonces… docenas de manos heladas tocaron sus brazos, tan rápidamente, que no le dio tiempo a sentir ese escalofrió que recorrió su espalda. Tenía erizado los pelos de todo el cuerpo, y era tan grande el espanto, que sus cuerdas vocales no podían emitir sonido alguno. Con la respiración contenida en sus pulmones, comenzó a faltarle el aire. Su visión, a pesar de no poder ver mucho más delante de sus narices, le ardía inexplicablemente. Experimentaba una sensación extraña, y todo el alcohol que llevaba en sus venas, parecía como si quisiera salirse por cada poro de su cuerpo.
El suministro eléctrico, de improvisto regreso, pero sobrepasado de voltaje; lo que hizo volar en pedazos todas y cada una de las bombillas de la casa, como si fuesen fuegos artificiales, explotando a cada segundo. Los ojos de Lucas, se abrieron tan grande, que toda esa luz chispeante, pareció quemarle las retinas. Ante sus ojos dañados, docenas de rostros desconocidos, lo tomaban violentamente de las ropas, para levantarlo bien alto, sobre todas esas cabezas. El sonido de una muchedumbre enardecida, dispuesta a lincharlo, ocupaba cada rincón de sus oídos, de los cuales un hilo de sangre, goteaba punzantemente.

En ese momento, comenzó a sentir como una mano fría, que había sentido anteriormente, lo abofeteaba una y otra vez rápidamente.
- ¿Lucas?... ¿Lucas?, despierta por favor.- escucho una voz femenina.
Como si fuese un estallido, en su estomago e intestinos, todo ese alcohol que había ingerido el día anterior y durante toda la noche, subió por su garganta. Al mismo tiempo, con urgencia alguien lo acomodaba de costado, en el preciso momento, en que un líquido espeso, viscoso y maloliente, salía por su boca lacerada.
Con fuertes arcadas y un terrible dolor de cabeza, Lucas despertó de esa pesadilla regurgitando el resto de bilis que le quedaba en el cuerpo.
- ¿Estuviste tomando toda la noche otra vez?.-
- ¿Marcia?... ¡mi amor estas aquí!.- dijo con un sonrisa, que a penas pudo enseñar en su rostro.
- ¿Sabias que estabas cubierto de hormigas?... ¿¡como puede ser esto Lucas!?.-
- ¿Hormigas?, ¿que hormigas?...- pregunto confundido, pero luego la miró y dijo.-...pensé, pensé que ya no estabas aquí.-
- Claro que estoy aquí, ¡¡¡idiota!!!... ¡¡¡casi te mueres ahogado!!!.-
- No grites me duele la cabeza...- dijo Lucas al mismo tiempo que se ponía de pie.-…necesito una ducha fría para despejarme.-
- ¿Una ducha?... ¡Lucas tu necesitas ayuda!.-
- ¡¡¡No fastidies mas!!!... solo tome algunas copas, eso es todo.- dijo de mal humor, maldiciendo a su mujer.
Mientras se sujetaba de las paredes, para llegar al baño, noto algo extraño en el living comedor. Se encontraba desordenado, lleno de papeles y hojas, todo revuelto. Antes de entrar al pasillo, para ir al baño, noto también que la mesita con la bandeja de plata, estaba desparramada en el suelo. Cerca de allí, había una botella de tequila. Desconcertado, miro rápidamente hacia el balcón, donde aun se encontraba Marcia. Vio la sombra de ella, que caminaba de un lado al otro. Presto atención a la botella, y del pico salió volando una mosca. En ese momento sus ojos se abrieron de par en par, y el suministro eléctrico bajo considerablemente, dejando las bombillas de luz parpadeando… desde el balcón, se escucho el grito de una mujer, segundos mas tarde… el chirrido de unos neumáticos patinar en el asfalto.
Lucas camino hacia el balcón.
- ¿Marcia amor?.- pregunto vacilante, pero nadie respondió.

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