La Primera Vez

Salí de su departamento feliz, por ese increíble momento. Estaba nervioso, muy confundido, pero pleno de alegría. En mi cabeza una mezcla de emociones, que no podía contener, salían incontrolables por cada poro de mi cuerpo. Nunca había sentido algo así. Era algo completamente distinto, no se que fue lo que me impulso a decirle, a hablarle, a proponerle. Jamás me hubiese imaginado ser tan directo, pero no me arrepiento porque mis sentimientos fueron correspondidos. Y eso me llenaba de satisfacción.
Desde el hall del edificio, mire en todas direcciones. Eran las 15 horas, y se notaba que hacia un calor agobiante. Seguramente sería esa la razón, por la que no había nadie en la calle. Mire en ambas direcciones y relajado ante esa soledad, caminé agrandado hasta la vereda. Me encontraba inquieto, no sabia en que dirección caminar. Lo único que tenía en claro, era que necesitaba hablar con alguien sobre esta experiencia. Era mi primera vez, y deseaba compartirlo.
Respire profundamente, e intente calmarme. Camine unas cuadras y llegue hasta la avenida Larrea. Doble por Cabrera, y seguí en esa dirección hasta el barrio Coral. Estando a pocas cuadras del departamento de Marcia, le envié un mensaje de texto, avisándole que llegaría en pocos minutos. Sin ninguna respuesta y estando a una cuadra de llegar, pensé “¿Estará durmiendo la siesta?”. Entonces le envié un segundo mensaje, preguntándole si podía pasar a verla, pero tampoco recibí una contestación. Confundido, aguarde unos minutos en la esquina, y cuando estaba por tomar un taxi, para ir a mi casa, el tono de mi celular sonó.
- ¿Ezequiel estas ahí?-
- Pensé que estabas durmiendo.-
- Estaba tomando una ducha fría.-
- ¿Están tus padres?-
- Ellos salieron, volverán recién a la noche… ven te espero, ¿Estas bien? ¿Que sucede?-
Sin darme cuenta, por la emoción, corte la comunicación sin responderle. De todas formas, estaba a solo pocos metros de la puerta de entrada a su edificio, así que en solo unos minutos, toque el timbre del portero eléctrico.
Marcia era alguien única y especial. Entre ella y yo no había secretos. Nuestra relación, se basaba en la plena confianza. Si había alguien con quien podía contar, y hablar de cualquier tema, era ella.
Apenas entré en su departamento, me abalance sobre ella para abrazarla fuertemente. En mi rostro no cabía mi sonrisa. Aun seguía plenamente excitado y sin poder contenerme, acaricié su firme trasero. Ella molesta me empujo fuertemente, pero no le di importancia, estaba exaltado y caminaba de un lado al otro. Marcia me observaba sin decir nada, pero al verme tan idiota, dijo sonriendo:
- ¿Quieres calmarte y decirme que te sucede?-
- ¿Te queda algo de hierba?- pregunte inquieto.
Muy intrigada, me observo de los pies a la cabeza, y luego de unos segundos asentó con la cabeza.
- Si, ahora traigo.- dijo al mismo tiempo que se metía dentro del closet para buscarla.
Mientras tanto busque dos vasos, y de la heladera tomé una botella de Coca Cola. Cuando volvió, nos sentamos en el suelo del balcón. Ella encendió el porrito y aspiro intensamente, inhalando todo el humo. Luego me convidó. Di una pitada intensa, y contuve el aire en mis pulmones por unos segundos. Casi inmediatamente, la cabeza comenzó a darme vueltas. Hacia mucho que no fumaba, y aquello me pego fuerte, haciendo que todo comenzara a girar. Aun así, le di una segunda probada.
- ¿Me vas a contar que sucede?- preguntó Marcia, mientras fumaba el porro.
- Claro... Te cuento, hace un par de días, conocí a alguien.-
- Ah, por ese lado viene la mano, no me digas que por fin... ¿tuviste tu primera experiencia?-
- ¡¡¡Si, si!!!-
- Ja, así que tuviste tu primera vez… yo pensé, que nunca te ibas a animar, ja, ja.-
- Tendrías que haber visto sus ojos, fueron los que me conquistaron.- dije pensando en ellos.
Al mismo tiempo, que servia gaseosa en cada vaso, comencé a contarle desde el principio...

... Esa mañana, hacia un calor sofocante. Me encontraba haciendo unos trámites en el banco. No se que hora era, pero estaba medio dormido y embolado. Gire mi cabeza sin pensarlo... y la vi. Increíblemente bellísima, las curvas de su cuerpo y ella, parecían un dibujo creado por Manara.
Al comienzo, no sabía como hacer para acercarme. Es más, al salir del banco, la seguí por todo el micro centro, por casi tres horas. Pero luego de las insistentes llamadas telefónicas de mi jefe, y dándome cuenta que ya no tenía mucho tiempo, me armé de valor y le hable, para invitarla a tomar algo. Todo aquello, tratando de no parecer un idiota... cosa que no logre, porque mi voz se escucho terriblemente idiota. Con apenas un hilo de voz, le dije:
- Hace mucho calor ¿no?... Estem, ¿Quisieras tomar algo conmigo?- en ese momento pensé “¡trágame tierra!”, pero para mi sorpresa ella encantada, acepto mi invitación.
Así pues, entramos en la primera confitería que se nos cruzó. Reconozco que me deje llevar por su belleza física, no obstante luego de charlar durante un largo rato, fueron otras cosas las que realmente me llenaron. Se trataba de una joven culta, simpatía e interesante. Sus movimientos eran delicados, y se expresaba con una voz suave y sensual, que me dejaba excitado y volando por las nubes. Sin embargo, luego de verlos más de cerca, sus ojos marrones provocaron en mí, que perdiera totalmente la razón y quedara ciego por ella. Sus padres la habían llamado Mía.
Con la novena llamada telefónica de mi jefe, tuve que abandonar sin ningún tipo de ganas, ese lugar envidiado por los demás hombres que desayunaban en ese lugar. Pensé que seria la última vez que mis ojos mirarían los de ella. Pero me sorprendí gratamente, cuando antes de retirarme, anotara en un de los Memo originales de mi jefe, su número de teléfono móvil, con una esquela que decía “llámame”. Por supuesto, ese Memo se perdió.
Al día siguiente, no aguante más y apenas me encargaron la primera diligencia de la mañana, marque su número en mi celular. Nos encontramos en una confitería del centro. Siempre supuse, que en la primera “cita” al estar uno nervioso, trata siempre de quedar bien con la otra parte. Entonces presumí que esta vez seria muy distinto; pero para mi sorpresa, todo resulto increíblemente divertido y excitante. En ese momento supe, que ella era la indicada para mí.
Durante una semana, la corteje como todo un caballero. No quería apresurarla, y saque de mi, lo mas cursi que conocía. A ella le encantaba, y sus llamadas, y mensajes de texto, ingresaban a mi móvil muy seguido durante todo el día y la noche. Yo por supuesto, estaba viviendo una fantasía hecha realidad.

- ¿Tan fuerte te pego esta mina?- pregunto Marcia, mirándome de reojo.
- Es que, es única... Simpatía, buen humor e inteligente, ¿Que mas queres?... bueno, al margen que tiene un cuerpo, que raja la tierra.-
- Sírveme un poco más de Coca.-
- Aquí tienes... Che, ¿Dónde conseguiste esta hierba? mi cabeza aun da vueltas.-
- El vecino, de junto, tiene un par de macetas.- dijo mientras comenzaba a quitarse la ropa.
- Deberías pedirle más... bueno, te sigo contando.-

... Finalmente hoy al medio día, luego de salir del trabajo, nos encontramos en la esquina de Larrea y 25 de Mayo. A dos cuadras de su departamento. Imagínate, que si tuve vergüenza de invitarla a tomar algo, pues debes darte una idea, de como me sentía en ese momento. No podía decir una frase coherente. Me sudaban las manos y mis rodillas temblaban sin parar.
- Ezequiel...- comenzó a decir Mía.-...no quiero que piense que soy una cualquiera…-
- No pienso eso…-la interrumpí inmediatamente.-…Mía, yo, no es eso lo que busco.-
- Hoy mis padres viajaron…- se detuvo un segundo, y luego dijo.-…Sos muy especial para mí, y me encantaría estar contigo.-
Ella ingreso lentamente al departamento donde vivía con sus padres. Se la notaba nerviosa, pero yo también lo estaba. Era tal la vergüenza, que no podíamos encontrar nuestras miradas sin reír tontamente. Mientras ella fue por algo de beber, recorrí el lugar con la mirada. Todo era muy familiar. Me senté en el sofá, y me perdí en una fotografía ubicada en una mesita, cerca de la ventana. En ella, se la podía ver a Mía con su mascota. Segundos más tarde, sentí que ella se acercaba y sentándose junto a mí, sus manos recorrieron mis hombros y espalda. En ese momento, aquellos suaves y sensuales labios encontraron los míos, que nerviosos no supieron moverse con pericia.
- Lo siento, no debí.- se apresuro a decir ella, muy apenada.
- No, no es eso, es que…- pero no supe que decir y con la yema de mis dedos, recorrí sus labios.

- ¡Oh Marcia!, que sensación más… me encanta, me encanta cuando hace eso… así, así.-
- Por favor, sigue contando, que eso me excita, ¿Cómo fue lo demás?-
- Esta bien, pero no te detengas.-

... Con una sonrisa nerviosa, tomó mi mano y lentamente caminamos hacia el dormitorio. La habitación estaba decorada con tenues colores rosas, y muchos ositos por todos lados. Delante de mí se quitó la ropa, dejándola caer a sus pies. Su cuerpo desnudo... bellísimo. Todas esas curvas, eran sexualmente hipnotizantes. Ese dulce perfume frutal de su piel, no voy a poder quitarlo de mi olfato nunca. Simplemente exquisito. Luego se acerco y desprendió los botones de mi pantalón. Siguió con los botones de la camisa, y me dejo así, mientras se recostaba en la cama. Todo se conjugó perfectamente, cada caricia, cada beso, su piel y mi piel. Estar en su cuerpo fue una sensación, que no puedo describir con palabras.

Marcia que estaba por tener su orgasmo, se detuvo inmediatamente, y sus ojos miraron los míos.
- ¿Que sucede? ¿Porque te detienes?- pregunte confundido.
- ¿¡Le hiciste el amor!?- dijo ella enfurecida.
- No pude evitarlo.-
Marcia se puso de pie, y busco muy alterada, toda su ropa que había arrojado por allí. Cuando finalmente agarro la ultima prenda, acerco su rostro al mío y dijo
- ¡¡¡Sos idiota!!!- gritó, para luego dejarme solo en el balcón.
La seguí hasta el dormitorio, donde se encerró dando un terrible portazo.
- Marcia…yo… - en ese momento salió rápidamente, y agarrándome fuertemente de los pelos, me tiró sobre el sofá,
- Dijiste que habías tenido tu primera vez… ¿Cómo fue?- dijo parada delante de mí, furiosa y cruzada de brazos, mientras movía nerviosamente su pie izquierdo.

... Estando sobre ella, mientras hacíamos el amor, busque algo que usar. Pero su cama era muy grande y todo me quedaba lejos. En ese momento, comenzó a gemir más fuerte, y más seguido. Me di cuenta que estaba acabando, porque sus uñas se clavaron en mi espalda. Aquello me excitó de una forma que no puedo describir. Esa sensación de dolor en mi cuerpo fue un detonante, y no aguante más. Cerré mis ojos y grite con ella, envuelto en ese clímax maravilloso. Exhausto, contemple sus ojos, que dulcemente miraban los míos. Sus labios, sin pronunciar sonido, se movieron formando esa palabra tan especial.
Sonreí, sin saber si debía hacerlo en ese momento. Pero luego pensé, que no tenia que seguir involucrándome con ella. Además no quería hacerla sufrir, porque era una buena mina. Entonces, tomé una de las almohadas, que estaba sobre la cama y la apoye sobre su rostro. Seguramente no comprendió lo que estaba sucediendo, porque no reacciono sino luego de unos instantes. Sus puños descontroladamente golpeaban mi cuerpo, y sus uñas se clavaban, diferente a la vez anterior. Lentamente, sus movimientos se hicieron descoordinados y torpes, hasta que finalmente se detuvieron. Quite la almohada de su rostro, y vi aquellos ojos marrones, que ya no tenían vida. Acariciando el contorno de sus labios, los bese por última vez...

- …Y aquí estoy… ¿Estas enojada?- pregunte haciéndome el idiota, porque sabía que lo estaba.
Marcia seguía cruzada de brazos, y dándome la espalda, dijo:
- ¿¡Vos me estas cargando!?... ¡Te acostaste con esa! ¿¡Y me preguntas si estoy enojada!?-
- No te pongas así, fue todo parte de la experiencia… ya habíamos hablado de esto.-
- Si ya se... pero tengo bronca.- dijo mientras hacia puchero con sus labios.
Me acerque suavemente, y la abrazándola le hice unos ricos mimos, logrando hacerla reír.
- Entonces, ¿Seguimos?- pregunte.
- Si claro... Pero esta vez...- se detuvo un instante, y sonriendo terminó diciendo-...propongo que nuestra segunda vez, sea con alguien del mismo sexo.-
Abrí los ojos preocupado. Titubeé unos segundos, ante su propuesta. Pero luego de pensarlo solo unos segundos… acepte.

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